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Joan Baez realizará su primera exposición pictórica homenajeando a personalidades que luchan, sin violencia, por un mundo mejor/ Legendary artist and activist Joan Baez confirms first solo painting exhibition / LGBT Weekly, San Diego, August 7th, Agosto 7, 2017

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La exposición se inaugurará el 1 de septiembre en la Galería  Seager Gray, en Mill Valley, California, y parte de lo recaudado  será donado a Carecen SF, una fundación dedicada a asistir a inmigrantes y a familias con pocos recursos en la Bahía de San Francisco. Entre las personalidades  retratadas están Malala, Dalai Lama, Martin Luther King Jr.,  Aung San Suu Kyi, Dolores Huerta, Maya Angelou, Bob Dylan... / The exhibition runs from September 1 through October 1, 2017 at Seager Gray Gallery in Mill Valley, CA. A portion of the paintings’ sales will go to Carecen SF, an organization dedicated to assisting Latino and other immigrants, as well as under-resourced families in the San Francisco Bay Area.







En su primera exposición individual, Joan Baez homenajea a los “Mischief Makers": son retratos de personas que han logrado un cambio social desde la acción noviolencia, personas visionarias que se arriesgaron.

En su trayectoria artística como artista y activista internacional, Joan Baez ha estado en la primera fila de casi todos los movimientos no violentos que luchan por la justicia social y los derechos humanos. Caminó con Martin Luther King Jr. en las marchas por los derechos civiles en Mississippi, fue encarcelada y perseguida por protestar por la Guerra de Vietnam y conspiró con Vaclav Havel para provocar la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia.


A lo largo de su vida, Joan Baez le cantó una serenata a la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi; sobrevivió al bombardeo estadounidense a Hanoi (Vietnam) en 1972, contado en su conferencia Under the Bombs y en su disco Where Are You Now, My Son?; fundó el Instituto para el Estudio de la No-Violencia en 1965 y Humanitas International Human Rights Committee en 1979; en 1981 realizó una gira humanitaria por Argentina, Brasil y Chile, para dar apoyo a las víctimas de las dictaduras de esos países, siendo amenazada de muerte y perseguida en los tres países. A pesar de eso, filmó a escondidas un documental: Joan Baez in Latin American: There But For Fortune y a su regreso a Estados Unidos se reunió con el presidente Jimmy Carter para pedirle ayuda para las víctimas.


Su activismo continúa hasta el día de hoy, expresado en esta primera muestra de su arte -retratos de personas valientes que han hecho la diferencia, alterado el viejo orden, y lo han hecho no sólo con valor, sino también con encanto e ímpetu. Por eso Joan Baez titula esta exposición "Mischief Makers".


Las personalidades retratadas, la mayoría de las cuales Joan Baez ha conocido personalmente, son:

Martin Luther King, Jr.

Aung San Suu Kyi, líder de Birmania 

Vaclav Havel, líder checo de la Revolución de Terciopelo

Malala Yousafzai

Bob Dylan

John Lewis, congresista estadounidense

Dolores Huerta, heroína de las y los trabajadores agrícolas en Estados Unidos

Harry Belafonte, activista y legendario cantante folk estadounidense

Maya Angelou, poeta y activista de los derechos civiles

Ram Dass, líder espiritual

Dalai Lama, 

Mimi Fariña, fundadora de la ongBread and Roses

Reverendo William Barber, líder de los derechos civiles i

David Harris, líder de la resistencia a la guerra de Vietnam y escritor

Marilyn Youngbird, activista y médica indígena de Estados Unidos


También incluye un retrato de ella misma cuando era joven y otro de un joven monje, inspirado en una retrato que vio en su viaje a Vietnam.


Joan Baez Baez ha estudiado durante mucho tiempo pintura y dibujo y su dedicación a florecido en los últimos años, cuando ha acortado su riguroso calendario de giras nacionales e internacionales y ha dedicado más tiempo a estar en el estudio. "La elección de los temas para esta, mi primera exposición individual, es una reacción al colapso de la decencia y de los principios morales, que se hace obscenamente visible en nuestro gobierno y sus partidarios", dice Joan Baez. " En absoluto contraste con esto, los Mischief Makers son personas que están dispuestas a aceptar el sufrimiento, pero nunca a causarlo; personas dispuestas a morir por una causa, pero nunca a matar por ella".


Esta exposición se realiza en un año histórico para Joan Baez, que no hace mucho fue incorporada al Salón de la Fama del Rock & Roll. En su discurso Joan Baez habló de la justicia social y de la igualdad, proclamando, entre otras cosas: "Vamos juntos derogar y reemplazar la brutalidad, y convertirla en apasionantes prioridades. Vamos juntos a construir un puente, un gran puente, un hermoso puente, para una vez más dar la bienvenida a los cansados ​​y los pobres. Y vamos a pagar por ese puente con nuestro compromiso. Nosotros, la gente, debemos decirle la verdad al poder y estar dispuestos a hacer sacrificios.Nosotros, la gente, somos los únicos que podemos crear el cambio. Estoy lista. Espero que tú también lo estés. "

Después cantó “Swing Low, Sweet Chariot”, seguido por “Deportee (Plane Wreck At Los Gatos)” y “The Night They Drove Old Dixie Down”, con sus amigas de toda la vida, Mary Chapin Carpenter e Indigo Girls.


Joan Baez ha ganado muchos premios, entre ellos, un Grammy a la Trayectoria, 8 Discos de Oro y el Premio Embajadora de Conciencia de Amnistía Internacional. Sus primeros discos incluyeron canciones que influenciaron a los rockeros, que hicieron sus versiones de las mismas: House Of the Rising Sun (The Animals), John Riley (The Byrds) y “Babe, I’m Gonna Leave You” (Led Zeppelin).


La exposición se inaugura el 1 de septiembre, hasta el 1 de octubre,  en:

Seager Gray Gallery
108 Throckmorton Ave.
Mill Valley, CA 94941
415-384-8828
donna@seagergray.com


Fuentes: Joan Baez / LGBT weekly


Joan Baez: Web / Facebook / Seager Gray Gallery






In her first solo painting exhibition, Joan Baez celebrates the “Mischief Makers" - portraits of people who have brought about social change through nonviolent action - the risk-taking visionaries. The exhibition reveals the lesser known "coyote element" - the humor and trickery essential in speaking truth to power, where shenanigans, along with music are the heart and soul of many successful nonviolent movements.


In her history-making career as an international performer and activist, Joan Baez has been on the front lines of just about every nonviolent social justice and human rights movement. She walked arm-in-arm with Martin Luther King Jr. on civil rights marches in Mississippi, got thrown in jail for protesting the War in Vietnam and conspired with Vaclav Havel to spark the Velvet Revolution.


Along the way, she serenaded Nobel Peace Prize-winner Aung San Suu Kyi and survived the American bombing of Hanoi. Her activism continues to this day, expressed in this first show of her art – portraits of courageous people who’ve made a difference, disrupted the old order, and done so not only with courage, but also with a certain charm and elan. That’s why she calls this show “Mischief Makers.”


The cast of characters, most of whom Baez has known personally, include 

Martin Luther King, Jr.

Burmese leader Aung San Suu Kyi

Czech Velvet Revolution leader Vaclav Havel

Malala Yousafzai, 

Bob Dylan

Congressman John Lewis

Farm worker heroine Dolores Huerta

Folk legend and activist Harry Belafonte

Poet and civil rights activist Maya Angelou

Spiritual leader Ram Dass, 

The Dalai Lama 

Bread and Roses founder Mimi Fariña

Civil rights leader Reverend William Barber

Vietnam draft resistance leader and author David Harris

Native American medicine woman and activist Marilyn Youngbird. 

She also includes a portrait of herself as a young woman and one of a young monk inspired by a portrait she saw during a trip to Vietnam.


Baez has long nurtured a talent for painting and drawing that has blossomed over the last several years as she cuts back on her rigorous touring schedule and spends more and more time in the studio. “The choice of subjects for this, my first solo exhibit, comes as a reaction to the collapse of decency and moral standards which is currently being made obscenely evident in our government and its supporters," says Baez. "In stark contrast, the Mischief Makers are people who are willing to accept suffering, but never inflict it, to die for their cause, but never kill for it, and keep a sense of mischief through it all."


The debut exhibition comes during a landmark year for Baez, who was recently inducted into the Rock & Roll Hall of Fame. In her induction speech Baez spoke out on social justice and equality proclaiming: "Let us together repeal and replace brutality and make them passionate priorities. Together, let us build a bridge, a great bridge, a beautiful bridge to once again welcome the tired and the poor. And we will pay for that bridge with our commitment. We, the people, must speak truth to power and be ready to make sacrifices. We, the people, are the only ones who can create change. I'm ready. I hope you are, too."

Her speech lead into a moving performance of “Swing Low, Sweet Chariot” followed by “Deportee (Plane Wreck At Los Gatos)” and “The Night They Drove Old Dixie Down” with longtime friends Mary Chapin Carpenter and Indigo Girls.


Baez’s career has spanned over 50 years during which she unselfconsciously introduced Bob Dylan to the world in 1963, marched on the front lines of the Civil Rights movement with Martin Luther King Jr., inspired Vaclav Havel to fight for a Czech Republic and continues to this day to stand passionately on behalf of causes she embraces. She is the recipient of many honors including the Recording Academy’s Lifetime Achievement Award as well as Amnesty International’s Ambassador of Conscience award. Her early albums introduced songs that found their way into the rock vernacular including House Of the Rising Sun (The Animals), John Riley (The Byrds) and “Babe, I’m Gonna Leave You” (Led Zeppelin).

Joan Baez ha ganado muchos premios, entre ellos, un Grammy a la Trayectoria, 8 Discos de Oro y el Premio Embajadora de Conciencia de Amnistía Internacional. Sus primeros discos incluyeron canciones que influenciaron a los rockeros, que hicieron sus versiones de las mismas: House Of the Rising Sun (The Animals), John Riley (The Byrds) y “Babe, I’m Gonna Leave You” (Led Zeppelin).


The exhibition runs from September 1 through October 1, 2017 at Seager Gray Gallery in Mill Valley, CA in the San Francisco Bay Area. There will be a reception for the artist on Saturday, September 16. RSVP to Seager Gray Gallery required.

Seager Gray Gallery
108 Throckmorton Ave.
Mill Valley, CA 94941
415-384-8828
donna@seagergray.com



















"O nome dela é GAL": documentário Gal Costa 2017

Dictadura en Venezuela: "Las 7 razones que explican por qué el gobierno de Venezuela se convirtió en una dictadura" por Darío Mizrahi, Infobae, 18 agosto 2017 / Condena a Maduro de Unión Europea, Parlamento Europeo, Naciones Unidas, OEA, Mercosur, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Foro Penal Venezolano / Solidaridad: artistas internacionales y de Venezuela

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Tras años de discusiones académicas y políticas sobre si el régimen chavista era una democracia o no, la convocatoria a una Asamblea Constituyente con un sistema de votación antidemocrático, el fraude posterior y la decisión de disolver definitivamente al Parlamento despejaron todas las dudas







El teniente coronel Hugo Chávez entró de cabeza al centro de la escena política venezolana el 4 de febrero de 1992 con un alzamiento militar. Su intento de golpe de Estado fue derrotado y el líder encarcelado. Sin embargo, el hastío con la clase política tradicional era tan grande, que Chávez recuperó la libertad dos años después, convertido en la figura política más popular del país. No le costó demasiado ganar las elecciones de 1998 y convertirse en presidente.

Con esos antecedentes, no sorprende que su gobierno haya sido cuestionado desde el comienzo por su falta de apego a las reglas de la democracia. Su voracidad por el poder y su desprecio por las opiniones disidentes lo convirtieron en un líder con fuertes rasgos autoritarios. Si, a pesar de todas las críticas, no se podía decir que era un dictador es porque arrasaba en las urnas. Haber sufrido él mismo un intento de golpe en 2002 lo legitimó aún más.

Pero Chávez murió en 2013. Su sucesor, Nicolás Maduro, heredó un gobierno que se iba cerrando cada vez más. Sin el carisma ni el liderazgo de su jefe, le resultó muy difícil convencer a la mayoría de los venezolanos de que era deseable vivir en un país en el que todos —menos los altos funcionarios— veían cómo sus derechos menguaban día a día. Ganó sus primeras elecciones presidenciales por un estrechísimo margen y los resultados fueron muy discutidos por la oposición, que denunció una larga lista de irregularidades.

Aunque hizo todo lo posible por torcer las reglas a su favor, no tuvo forma de evitar una estrepitosa derrota en los comicios legislativos de diciembre de 2015. En el último gesto democrático de su gobierno, reconoció la victoria de sus adversarios. Pero no soportó que la oposición controlara con una mayoría calificada la Asamblea Nacional (AN). Su ofensiva para terminar con la democracia en Venezuela comenzó el miércoles 30 de marzo de este año, con la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de asumir todas las funciones del Poder Legislativo. La presión internacional fue tan grande que Maduro le ordenó al TSJ dar marcha atrás dos días después. Pero el plan terminó de concretarse este viernes, cuando, a través de la fraudulenta y plenipotenciaria Asamblea Constituyente, disolvió definitivamente al parlamento.


Hoy ya casi nadie pone en duda que Venezuela se transformó en una dictadura. Estas son las siete razones principales:



1. Fue cooptado el Poder Judicial

El chavismo, como todos los populismos, desprecia a la Justicia desde sus orígenes, porque es un poder que no se elige por voto popular. Con ese razonamiento, siempre rechazó que se lo considerara poco democrático por colonizar a los jueces. Pero por más que un régimen tenga legitimidad de origen —dada por el voto—, para que haya una democracia plena tiene que haber también legitimidad de ejercicio, que significa gobernar con ciertos límites, respetando la multiplicidad de opiniones que existen en una sociedad. Para eso es clave que el Poder Judicial sea independiente.
La persecución de los magistrados con vocación de autonomía empezó poco después de la asunción de Chávez. Hay casos paradigmáticos, como el de la jueza María Lourdes Afiuni, que fue arrestada el 17 de diciembre de 2009 por haber concedido la libertad condicional al banquero Eligio Cedeño, que había pasado tres años preso sin condena. A la par que se perseguía a los díscolos, se nombraba a jueces militantes, para asegurarse de que fallen siempre según los dictados del gobierno. Franklin Nieves, el fiscal que llevó adelante la causa que terminó con la condena al dirigente opositor Leopoldo López, reconoció desde el exilio en octubre de 2015 que "el 100% de las pruebas se inventaron" y que "Maduro es el que gira todas las instrucciones para poner presa a cualquier persona".
El Presidente dio el paso final para anular todo vestigio de independencia judicial en diciembre de 2015, tras la derrota en las legislativas. Nombró en sesiones extraordinarias a 12 de los 32 jueces del TSJ con una mayoría inferior a los dos tercios que exige la ley. Los designados tenían pocas credenciales y un estrecho vínculo con el partido de gobierno. Por ejemplo, el presidente de la Sala Constitucional que dio el primer golpe contra el parlamento, Juan José Mendoza, había sido diputado por el oficialismo.
2. Se bloqueó el referéndum revocatorio

El Consejo Nacional Electoral (CNE), que está totalmente sometido a la voluntad del gobierno, obturó por primera vez la posibilidad de que se exprese la voluntad popular cuando paralizó el referéndum revocatorio que impulsaba la oposición para que los venezolanos decidieran si querían seguir siendo gobernados por Maduro o no. Fue el 21 de octubre de 2016, días antes de que se organizara la recolección del 20% de las firmas del padrón electoral, necesarias para convocarlo. El organismo argumentó que se habían cometido irregularidades en el paso previo, la junta de adhesiones del 1% de los electores.
El revocatorio es un derecho incluido en la Constitución bolivariana de 1999 para darle un carácter plebiscitario a la democracia. El propio Chávez se había sometido exitosamente a uno en 2004, para legitimar su mandato.

Smartmatic, la empresa a cargo del sistema de voto electrónico en Venezuela, denunció fraude








3. Se terminaron las elecciones libres y limpias
El principal contraargumento del chavismo cuando lo acusaban de ser antidemocrático era que ganaba todas las elecciones, lo que fue cierto hasta 2015 (con la excepción del referéndum constitucional de 2007). Eso se esfumó el martes 18 de octubre de 2016, cuando el CNE anunció, sin ninguna explicación, que posponía para 2017 los comicios regionales pautados para diciembre del año pasado. Los gobernadores de todos los estados del país, y los diputados de sus respectivas legislaturas, ejercen el poder de facto desde enero, cuando se les venció el mandato. Días atrás, en un contexto desnaturalizado por todo lo que ocurrió en estos meses, el CNE anunció que se realizarían el 10 de octubre de este año, pero nada garantiza que eso vaya a ocurrir.
Una aún más flagrante violación al principio de elecciones libres y competitivas se produjo el 30 de julio pasado, cuando se eligieron los 545 integrantes de la flamante Asamblea Nacional Constituyente (ANC). El sistema de votación violaba el principio de una persona—un voto, al darle la misma representación a un pueblo de 2.000 habitantes que a una ciudad de un millón, y al incluir una porción de asambleístas elegidos por las corporaciones sectoriales, cuyos órganos de representación controla el chavismo. Como si fuera poco, fue tan poca gente a votar que el Gobierno decidió hacer fraude, inflando el número de votantes. Smartmatic, la empresa a cargo del sistema de voto electrónico empleado en los comicios, denunció que la diferencia entre la cantidad de participantes anunciada y la verdadera fue de al menos un millón de electores.
4. Se creó un órgano político por encima de la Constitución
La ANC, instaurada el 4 de agosto, debería tener la función exclusiva de redactar una nueva Constitución. Así es en todo el mundo. Sin embargo, ésta tiene un período de vigencia indeterminado primero se dijeron dos años, pero luego Diosdado Cabello sugirió que podían ser cuatro y además tiene poderes que le permiten intervenir en la política cotidiana, como si fuera un parlamento, sólo que mucho más poderoso. Quedó claro en el decreto que se dictó este viernes: "Todos los órganos del poder público se encuentran subordinados a la Asamblea Nacional Constituyente". Si un ente que no está concebido por la Constitución está por encima de todos los poderes existentes es porque la Constitución dejó de tener vigencia.
5. Fue disuelto el Poder Legislativo
Como prueba de su carácter absolutista, la ANC resolvió este viernes "asumir las competencias para legislar sobre las materias dirigidas directamente a garantizar la preservación de la paz, la seguridad, la soberanía, el sistema socioeconómico y financiero, los bienes del Estado y la preeminencia de los derechos de los venezolanos". En otras palabras, disolvió la Asamblea Nacional, el parlamento legítimo y constitucional de Venezuela.
No es la primera vez en la historia de América Latina que un gobierno da un golpe de Estado anulando el Poder Legislativo. Lo hizo en 1973 Juan María Bordaberry en Uruguay, y en 1992 Alberto Fujimori en Perú. El Parlamento es el máximo representante de la voluntad popular porque es el único poder en el que están reunidas las principales expresiones políticas que hay en un país. Por eso no puede haber democracia sin Poder Legislativo.
6. Hay presos políticos
Maduro resolvió la crisis desatada por la ola de protestas opositoras que se sucedieron en 2014 y en 2017 como lo hace cualquier jefe de Estado autoritario: reprimiendo salvajemente —utilizando incluso bandas criminales armadas— y encarcelando dirigentes. Entre las decenas de presos hay importantes líderes opositores, como el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, y el ex alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos, que están detenidos desde hace más de dos años. Leopoldo López no sólo está en prisión: en un hecho con pocos precedentes en la historia reciente de América Latina, fue condenado a 13 años y 9 meses de cárcel por protestar.
Ledezma y López recibieron el mes pasado el beneficio de la prisión domiciliaria, pero siguen privados de su libertad. Según el Foro Penal Venezolano, 5.326 personas fueron encarceladas en protestas desde abril. Las estimaciones de esta ONG independiente indican que hay actualmente 676 presos políticos en el país.
7. No hay libertad de prensa
Si el Poder Judicial es el gran enemigo de los autoritarismos dentro del Estado, la prensa es el mayor adversario en la sociedad civil. La razón es la misma en los dos casos: ambos pueden ejercer un importante control sobre lo que hace el gobierno, algo esencial para toda democracia. La persecución comenzó con la sanción en 2004 de la restrictiva Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, que aumentó el control gubernamental sobre los contenidos y disminuyó el margen de acción de los medios audiovisuales.
El siguiente hito fue el cierre de RCTV, el canal más antiguo de la televisión venezolana, que nunca se plegó al discurso oficial. La censura televisiva fue total en 2013: asfixiado económica y políticamente, Globovisión, el único canal independiente que quedaba en el país, fue vendido a empresarios cercanos al gobierno y echó a todos los periodistas críticos. La política hacia la prensa escrita fue similar: primero se los ahogó retirándole la publicidad y luego limitando la entrada de papel de diario, que forzó a decenas de periódicos a cerrar y a otros tantos a reducir su extensión y su circulación. Este medio también fue y es objeto de censura: Infobae está bloqueado en Venezuela desde el 10 de octubre de 2014.



 Darío Mizrahi 19 de agosto de 2017
dmizrahi@infobae.com
Fuente: Infobae



Links relacionados (agregados por este blog):



Agencia EFEDoce embajadores acuden a apoyar al Parlamento venezolano  tras su  "disolución", 19 agosto 2017

Unión EuropeaCondena violación derechos humanos en Venezuela y no reconoce Constituyente

Parlamento EuropeoCondena a la dictadura de Maduro

Naciones UnidasPreocupación por prohibición de manifestaciones en Venezuela

Mercosur: No reconoce la Constituyente 

OEA: Informe  violación derechos humanos en Venezuela 2017

Amnistía Internacional: Informe sobre violación derechos humanos en Venezuela

Foro Penal VenezolanoReporte sobre la represión del estado en Venezuela

Human Rights Watch: Informe violación derechos humanos en Venezuela

Solidaridad: Artistas internacionales 
                     Artistas de Venezuela
                     Simón Díaz
                     Venezolanas y venezolanos en el exilio




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Carlos Giménez: "Apuntes para una puesta en escena: La muerte de García Lorca, de José Antonio Rial, Caracas, 1979" / Rajatabla 20 años, de Blanca Sánchez y David Rojas, Ed. Monte Avila -Presidencia de la República de Venezuela, 1991

Víctimas del comunismo soviético: "Las Mujeres del Gulag" por Anna Abella, El Periódico, 14 de septiembre de 2017

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Monika Zgustova reúne los testimonios de nueve presas supervivientes del holocausto ruso en 'Vestidas para un baile en la nieve'




En el infierno de Stalin



Hombres y mujeres presos en un campo del gulag ruso.  / ARCHIVO EL PERIÓDICO



Monika Zgustova



Tras la detención y el preceptivo paso por las celdas de la Lubianka en Moscú y las temibles sesiones de interrogatorio y tortura, a manos de la NKVD o su sucesora, la KGB, llegaban el traslado en hacinados vagones de tren hacia los campos, repartidos por toda Rusia. Allí les esperaban jornadas de extenuante trabajo forzado de 14 horas a temperaturas de hasta 50 grados bajo cero o con extremo calor, maltratos y violencia, hambre y enfermedad y, en el caso de las mujeres, violaciones generalizadas de las que las supervivientes eluden hablar. Es el relato que comparten quienes de los años 20 hasta más allá de la 'era Jruschov', en los 70, fueron condenados al gulag soviético. Allí penaron, además de presos comunes, aquellos que el Estado etiquetaba como "enemigos del pueblo"
De ellos, Monika Zgustova, escritora y traductora checoespañola, entrevistó a nueve mujeres que, refugiadas en "la amistad y la cultura", sobrevivieron al "otro holocausto", que poco tiene que envidiar al genocidio nazi en número de víctimas, unos 14 millones, según las fuentes."De 1929 a la muerte de Stalin, en 1953, murieron dos millones y medio de personas, de ellas, medio millón eran presos políticos; pero el gulag no se abolió oficialmente hasta 1987, con Gorbachov", señala la experta en literatura e historia rusas, que vertió esos nueve absorbentes testimonios en Vestidas para un baile en la nieve (que lanza este miércoles Galaxia Gutenberg, en catalán y castellano).  
"El gulag está lleno de historias de hombres, oscuras y dramáticas, trágicas, sin esperanza. Pero al buscar el punto de vista de las mujeres descubrí que sus experiencias eran vitales, que valoraban al máximo estar vivas porque cada día podía ser el último, que la mayoría decían que si tuvieran otra vida querrían volver a sufrir el gulag, porque esa dureza les dio las vivencias más profundas de amistades y amores que nunca encontraron al volver a la vida normal", explica Zgustova. 

El refugio de la amistad

"La estancia en Siberia fue tan enriquecedora... Allí tenía amigos de verdad en los que podía confiar como después no he vuelto a confiar en nadie", le contaba Zayara Vesiólaya, arrestada (como su madre y hermana) en 1949, siendo estudiante y cuyo padre escritor fue fusilado. Con idéntico panorama familiar, en la misma línea le hablaba Ela Markman, condenada a 25 años por pertenecer a un grupo juvenil disidente: "El gulag, precisamente por ser terrible, es enriquecedor. Se trata de una situación límite que te lo enseña todo de ti misma y sobre los que tienes a tu alrededor, sobre el ser humano". Y Susanna Pechuro, entonces de 17 años y con igual delito y pena que Ela: "Cuanto más espantosa era la experiencia más firme era la amistad. En la vida normal semejantes lazos no tienen cabida". 
En el gulag hallaron "violencia y maldad. Estaban rodeadas de presas y presos comunes asesinos y ladrones que las odiaban y maltrataban igual que los guardias y estaban sometidas a continuas violaciones, aunque no hablan de ello", señala la autora de ‘Las rosas de Stalin’”. Elena Korybu-Daszkiewicz, enfermera, prefirió ir a las minas y arriesgarse a ser prostituida antes que ser la esclava sexual del médico del campo. “En las condiciones extremas que me tocó vivir -le contaba- fui testigo de cómo el hombre puede aniquilar a otro hombre con un solo gesto o cómo puede salvarle la vida únicamente mirándolo con bondad”. 
Valentina Íevleva, bailando en el gulag.

"En el campo conocí el mal por el mal: hacer daño sin necesidad. De eso ningún animal es capaz, solo el hombre –evocaba a su vez Valentina Íevleva-. He tratado a personas que me salvaron la vida dando la suya por mí. Y a enemigos que me atacaron con un cuchillo. Más de una vez concluí que se puede sobrevivir al gulag, pero no a la mayoría de las personas que lo habita".

Psiquiátricos para "enemigos del pueblo"

Pero es Natalia Gorbanévskaya, disidente conocida en Occidente (Joan Baez le dedicó una canción y Tom Stoppard, una obra de teatro), que en 1968 dirigía una revista clandestina, quien por primera vez, aún sabiendo que "sería revivir la tortura", se decidió a hablarle de "lo más duro que le puede pasar a una persona": ser encerrada (dos años) en un psiquiátrico para enemigos del pueblo. Allí, médicos "títeres del KGB" les suministraban drogas psicotrópicas que provocaban Parkinson y pérdida de memoria. Algunas mujeres enloquecieron de verdad.
Natalia Gorbanévskaya



Aunque a menudo no existía motivo oficial de detención, además de la disidencia había circunstancias comunes que eran pasaporte casi seguro para el gulag: las delaciones de amigos, vecinos o compañeros de trabajo; acusaciones de colaborar con los alemanes (como Korybu-Daszkiewicz, detenida tras la batalla de Stalingrado porque "consideraron que la población entera de los territorios ocupados por los nazis durante la guerra se componía de colaboracionistas y traidores a la patria"); enamorarse o tener contacto con extranjeros (como Valentina Íevleva, que tuvo un hijo de un soldado estaounidense en 1944 y fue detenida con 19 años; o la actriz Tatiana Okunévskaya, por tener un amante indio y despertar el interés del mariscal yugoslavo Tito; antes, el temido Beria, jefe de la policía secreta, la había violado prometiéndole liberar a su padre y abuela sin decirle que ya habían muerto en el gulag).
También se podía acabar en los campos por negarse a delatar a colegas (como la madre enfermera de Galia Sfónova; ella nació en el gulag en 1942 y la "rabia, desesperación y depresión" de su entorno le parecían tan naturales como los perros de los guardias), o simplemente por tener familiares (abuelos, padres, madres, hermanos, cónyuges...) ya condenados. 

El castigo de Pasternak

Otra práctica era castigar a la familia. Ela Markman cuenta cómo conoció en el gulag a Ariadna Efrón, hija de la poeta Marina Tsvetáieva, "que hechizó a Rilke y Borís Pasternak" y se suicidó al ver también cómo su marido era fusilado. La represión golpeó también a un Pasternak casado y de 56 años: su último amor, Olga Ivínskaya, divorciada de 33 y que le inspiró el personaje de Lara en ‘El doctor Zhivago’, fue detenida embarazada de él y abortó antes de ser enviada cinco años a un campo de trabajos forzados. Cuando la soltaron, él publicó la novela, prohibida en Rusia, en 24 países gracias a la editorial italiana Feltrineli; le dieron el Nobel en 1958 pero renunció: temía que volvieran a enviar a Olga al gulag. Y lo hicieron, junto a su hija Irina, pero tras la muerte de Pasternak.
Borís Pasternak, con su último amor, Olga Ivínskaya, y la hija de esta, Irina.

Para Zgustova son relatos tristemente conocidos pues su familia, perseguida por el comunismo, abandonó Checoslovaquia cuando ella tenía 15 años: su padre, profesor universitario en la Praga de los 50, se negó a delatar a compañeros tras ser detenido. E igual que ella, las mujeres que le confiaron sus recuerdos provenían de entornos donde la cultura era esencial. "Refugiarse en la literatura y la cultura era básico para sobrevivir. Si eres capaz de crear un poema en tu cabeza y memorizarlo porque no tienes dónde y con qué escribirlo, si eres capaz de ver la belleza del paisaje e imaginar cómo sería pintarlo, de recordar un aria de ópera o una melodía... Ya tenían una batalla ganada, les daba fuerza mental", apunta.

Poesía y música

Muchas admiten que les salvó la poesía, como Gorbanévskaya o Pechuro, incondicional de Anna Ajmátova, que recuerda cómo Lina, mujer del músico Serguéi Prokófiev, la introdujo en un grupo que tras 14 horas en las minas se reunía por las noches a leer poemas propios y ajenos. Íevleva y Okunévskaya, tras trabajar de leñadoras pudieron actuar en espectáculos teatrales y musicales que dirigía otro preso, el compositor estonio Heino Eller
La actriz Tatiana Gorbanévskaya. 


Volver a la vida cotidiana no fue fácil. "Se sentían fuera de lugar, inadaptadas, incomprendidas. Ante lo vivido, veían frívolo, banal, supérfluo y una pérdida de tiempo ir a tomar un café, una copa o a cenar fuera". A ello se añade la dificultad de hallar trabajo, pues nadie se arriesgaba con expresas. Sin embargo, salieron adelante, entraron en la universidad y lograron éxito profesional, como Korybu-Daszkiewicz, reconocida especialista cibernética e informática. Como decía Pechuro "el gulag, o te convierte en un monstruo o te da una coraza a prueba de todo".  
Anna Abella,
14 de septiembre de 2014
El Periódico


Donde comprar el libro: Galaxia Gutenberg


Monika Zgustova es una de las especialistas en literatura e historia rusa que se ha dedicado a buscar por nueve años a las mujeres siguen aún vida y que sobrevivieron gulag. Todo esto con el fin de transmitir este testimonio antes de que se pierda para siempre. Ha visitado a dichas mujeres en Moscú, Londres y París y el resultado ha sido un canto a la vida, la literatura, la amistad, las personas y a todo aquello que les permitió sobrevivir.

Aunque nacida en Praga, Monika Zgustova reside desde los años ochenta en Barcelona.Traductora, escritora y periodista, tiene en su haber más de cincuenta traducciones, del checo y del ruso, de Bohumil Hrabal, Jaroslav Hasek, Vaclav Havel, Milan Kundera y Fiodor Dostoievski, entre otros, por las que ha recibido el premio Ciudad de Barcelona y el Premio de las Letras Catalanas. Es autora de una biografía novelada de Bohumil Hrabal, Los frutos amargos del jardín de las delicias (Destino, 1997), y de varias novelas, entre las que destaca La mujer silenciosa, aclamada entre las cinco mejores novelas del 2005 tras quedar finalista del Premio Nacional de Narrativa.





Poeta venezolana Yolanda Pantin gana premio en España: "No me siento ahora tocada por la poesía" entrevista de Humberto Sánchez Amaya, El Nacional, 21 de septiembre de 2017

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La autora ganó el Premio Casa de América de Poesía Americana. La obra galardonada, Lo que hace el tiempo, surge de un momento reflexivo sobre el paso de los años, la vida y la muerte. “Tiene el filtro de la edad”, dice Pantin




Yolanda Pantin. Foto Vasco Szinetar





A las 7:30 de la mañana sonó el teléfono.

Cuando Yolanda Pantin atendió la llamada, desde España le informaron que había ganado el XVII Premio Casa de América de Poesía Americana con su poemario Lo que hace el tiempo. “No me despertaron porque suelo levantarme siempre muy temprano”, dice la autora.

Es una obra inédita elegida entre 961 libros de 22 países diferentes como Argentina y Colombia, los lugares desde donde más postulaciones se hicieron, seguidos de México, Cuba y Venezuela, donde se prevé que se puedan conseguir algunos ejemplares una vez se publique el libro.

El jurado, integrado por Luis García Montero, Jesús García Sánchez, Juan Malpartida, Jorge Galán, Santiago Miralles y Anna María Rodríguez Arias tomó la decisión de forma unánime. El reconocimiento incluye, además del metálico, la publicación de la obra por la editorial Visor Libros.

Cuenta Pantin que escribió el libro paralelamente a Bellas ficciones (Editorial Eclepsidra), publicado en 2016. “Lo que pasa es que no quise romper la estructura del que presenté el año pasado. Entonces, abrí una carpeta nueva con un conjunto de poemas que fueron saliendo como respuesta al paso del tiempo. Eso me dio el título, un nombre que le había puesto en 2015 cuando me dieron el Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval. En una conversación con el otro galardonado de entonces, Antonio Deltoro, le comenté sobre lo que escribía. A él le gustó, pero veía el paso del tiempo como un estrago. Yo le dije que lo percibía como perspectiva y sobre cómo el tiempo pone las cosas en su lugar. Es un libro que tiene el filtro de la edad. Cuando cerré Bellas ficciones, empezaron a nacer hijos de ese poemario”, asegura la autora de Casa o lobo.

—Muchas personas ven el paso del tiempo como un motivo para aterrorizarse, como una cuenta regresiva que juega en contra.

—Eso lo digo en uno de los poemas. Es un regalo que me dio mi mamá, una persona que tiene la sabiduría de los años. Ella siempre insistió en que el tiempo pone todo en su lugar, inclusive los objetos mismos encuentran el espacio para la armonía. Tiene que ver con los seres vivos: una mata escuálida se transforma en un árbol. Tampoco es tan idílico, pues igualmente es una tromba que destruye. Pero hay momentos de lucidez en los que te da la oportunidad de verlo de esta otra forma, como el entendimiento del significado de la vida que incluye la aceptación de la muerte.

—Ha dicho que su poesía está llena de miedo. ¿Esa aceptación incluye el miedo?

—No he sido una persona cobarde, pero sí miedosa. Claro, ahora mucho menos, creo. También son momentos de la vida, como esos instantes de iluminación que ocurrieron cuando pude ver los poemas de Bellas ficciones y Lo que hace el tiempo. No me siento ahora tocada por la poesía, que es cuando puedo aceptar, comprender, valorar el significado de estar vivo o lo que hace la luz cuando cae sobre algo y lo ilumina. En este momento estoy un poco confundida.

—¿Y a que se debe esa confusión?

—Esperar, nada más. Son situaciones que surgen. A eso me refiero.

—El jurado indicó que “se trata de un poemario íntimo que activa al mismo tiempo las regiones de la meditación y el pensamiento”.

—El veredicto me gustó mucho porque me parece cercano al propósito del libro. Es un libro muy reflexivo e íntimo. No cerrado, pero sí muy personal. El paso del tiempo, los años, la edad, lo que se pierde y lo que se gana, las grandes preguntas sobre la soledad, la muerte y el nacimiento.

—¿Conoce a alguno de los otros autores que se postularon?

—No. Me enteré por la nota de prensa que fueron más de 900 manuscritos, eso es mucho. Normalmente uno no dice que se postuló a un premio porque es como ganarse la lotería. Además, he concursado muy poco en la vida porque no he tenido suerte. Pero esta vez pensé que no perdería nada, además es un libro muy bonito, tengo mucho deseo de compartirlo con la gente.

—Sin embargo, los últimos dos años han sido gratificantes. En 2015 obtuvo el Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval y en 2016 la invitaron al Festival de Poesía Latinoamericana en Viena.

—Me refiero a los concursos. Hablo de los años de juventud. Pero no me quejo para nada. Solo es una anécdota. Con respecto al Víctor Sandoval, recuerda que tengo 62 años de edad y uno cosecha lo que siembra.

—¿Viajará a España?

—Sí, está planteado. El viaje será en la primera quincena de noviembre.

—¿Habrá posibilidades de conseguir el libro en Venezuela?

—Seguramente, muy ciertas y reales. Insistiré con el editor para que envíe ejemplares a Venezuela. Hay que buscar una forma de traerlos a un precio para que todos lo puedan comprar. Si no, no tiene sentido.

—¿Qué escribe en estos momentos?

—Tengo un cuaderno de anotaciones con todo lo que se me ocurre y veo. Hay muchas imágenes. Creo que va a ser muy interesante porque no es poesía, ni narrativa, ni ensayo.

—¿Una especie de diario?

—Tal vez, pero no lo llamaría así. Anotaciones, prefiero esa forma. Ya tiene cuerpo y eso me parece interesante.

—Hago la pregunta porque hay varios venezolanos que han publicado diarios recientemente.

—Fíjate que eso lo relaciono con el tiempo. Han sido tan vertiginosos estos años, el tiempo ha pasado de una forma tan furiosa. Yo veo el paso del tiempo como una bella ficción. Deseo verlo como algo que coloca las cosas en su lugar y en perspectiva. Pero en realidad el tiempo ha pasado sobre nosotros de una manera muy cruel. Por eso, muchas personas nos hemos visto en la necesidad de atajar el tiempo a través de la escritura, varios amigos escritores están llevando diarios. Hay algo que se nos escapa rabiosamente que tiene que ver con la edad física entre los escritores de mi generación. No sé si autores más jóvenes estén llevando diarios.


©Humberto Sánchez Amaya

HSANCHEZ@EL-NACIONAL.COM | @HUMBERTOSANCHEZ
El Nacional, Caracas, 21 de septiembre 2017

Fuente: El Nacional




Yolanda Pantin: Facebook / Twitter


Donde comprar sus libros:  Amazon







La poeta venezolana Yolanda Pantin ganó este miércoles el XVII Premio Casa de América de Poesía en España, por su obra Lo que hace el tiempo.






El premio de 5.000 euros incluye la publicación de la obra por la editorial Visor Libros, informó el portal Casamérica.

En el evento participaron 961 obras de 22 países, entre ellos Venezuela, México, Cuba, Argentina y Colombia. 

Pantin fue figura fundadora del mítico Grupo Tráfico junto con Armando Rojas Guardia, Miguel Márquez, Rafael Castillo Zapata, Igor Barreto y Alberto Márquez. 

Entre las obras más destacadas de la poetan están: Correo del corazón (Fundarte, Caracas, 1985), La canción fría (Angria, Caracas, 1989), La quietud (Pequeña Venecia, Caracas, 1998), La épica del padre (La nave va, Caracas, 2002), Poemas huérfanos (La liebre libre, Maracay, 2002) y El hueso pélvico (Eclepsidra, Caracas, 2002). Además, fue coautora, junto con Ana Teresa Torres, de El hilo de la voz (Fundación Polar-Angria, Caracas, 2003), antología crítica de literatura venezolana del siglo XX escrita por mujeres.











Tres nuevas dramaturgas argentinas: Roma Mahieu, Hebe Uhart y Diana Raznovich / Martha Martínez, Latin American Theatre Review, University of Kansas, 1980

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La contribución que en el pasado han hecho al teatro las escritoras es relativamente escasa. El teatro es un arte social y colectivo y la posición de la mujer en la sociedad, hasta época bastante reciente, le ha impedido desarrollar una amplia labor en este campo. Claro que la literatura hispanoamericana puede ofrecer brillantes ejemplos que nieguen lo anterior. Recordemos sólo a Sor Juana Inés de la Cruz en el siglo XVI y a Gertrudis Gómez de Avellaneda en la pasada centuria. Pero son casos excepcionales. El teatro exige de un autor un compromiso más directo y abierto con la sociedad. Y tuvo la mujer que conquistar una posición activa en esa sociedad para comenzar a hacer una contribución valiosa con los textos teatrales.

Griselda Gámbaro, en la mesa redonda sobre las dramaturgas y la sociedad celebrada en la Universidad de Ottawa durante la Conferencia Interamericana de Escritoras, afirmó: "La escritura teatral es una escritura agresiva por su misma naturaleza, está hecha para ser llevada a la escena y la escena tiene, no sólo la falta de pudor de todo arte, donde la forma y el contenido dicen siempre 'cómo soy yo,' sino un subrayado agregado por la corporeidad de los actores, por la confrontación física entre lo que sucede en el escenario y el espectador que escucha y sobre todo 've'." Partiendo de esta afirmación podría explicarse el hecho de que la mujer haya accedido primero a la narrativa y a la poesía y que sólo en años más recientes haya comenzado a destacarse cuantitativamente como dramaturga.
Hoy el teatro hispanoamericano cuenta con un destacado grupo de autoras dramáticas. Este trabajo se va a limitar a presentar a tres nuevas dramaturgas argentinas: Hebe Uhart, Diana Raznovichy Roma Mahieu.

Hacia 1969 surge en el teatro argentino un grupo de escritores que comienza a buscar nuevos caminos para acercarse a la realidad argentina. La Argentina vive en esos años el proceso de magnificación del Peronismo que logra el regreso de Perón en 1972, su elección a la Presidencia en 1973 y, a partir de 1974, el comienzo de la destrucción de la gran esperanza que culminará en 1976 con el golpe militar y la violencia desatada en todas las esferas de la vida nacional. La Argentina de los años setenta se enfrenta a la destrucción de sus grandes mitos. Y el teatro se ha hecho eco de este proceso. Las tres dramaturgas a que nos referiremos tratan de explicar con sus obras la nueva verdad que va surgiendo y tratan de provocar una toma de conciencia de la realidad argentina.









Hebe Uhart, nacida en 1936, en Moreno, Provincia de Buenos Aires, no pertenece al medio teatral. De hecho ha estado poco vinculada al teatro. Trabajó con el grupo del Teatro Payró en la creación de una obra colectiva que en definitiva no se realizó y después no ha pertenecido a ningún otro grupo teatral. Es maestra, trabaja como subdirectora de una escuela y ha estudiado la carrera del profesorado en Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Su labor de escritora se ha desarrollado más en el campo de la narrativa. Ha publicado cuatro libros de cuentos y una novela corta.

La escritura de Hebe Uhart está lejos de la experimentación lingüística. Sus textos apuntan a una marcada sencillez, a una aparente ausencia de complejidad. En su primer libro, Dios, San Pedro y las almas (1962), nos presenta el mundo de la provincia, la vida de seres simples. Una nota aparecida en La Prensa de Buenos Aires cuando se publicó este primer libro dice: "[Son] cuadros de costumbres con sabor pueblerino y más que pueblerino, aldeano, lo que nos hace pensar que Hebe Uhart, la autora de este libro, no es una escritora nativa, o si lo fuera, su inspiración resulta ajena a nuestro medio."1  Pero la propia autora ha dicho: "Una gran parte de lo que cuento es del pueblo. Siempre escribí sobre lo que viví muy de cerca o lo que me contaron muchas veces."2 Estos cuentos, algunos de una originalidad poco frecuente, logran crear ese clima provinciano con profunda ternura, con un estilo donde la simplicidad señorea. Es el campo florido donde los animales se comportan como seres humanos, donde los hechos insignificantes de la vida cotidiana adquieren un relieve mayor.

En 1963 publica Hebe Uhart su segundo libro de cuentos: Eli, Eli Larma Sabacchani3.  Son cuentos que crean una mitología de lo trivial, de lo cotidiano. Ahora la autora escribe en primera persona. Es un yo obstinado y a la vez angustiado por un mundo que intuye no ser el que conoce. Los personajes de su tercer libro, La gente de la casa rosa (1972), se mueven entre el desaliento y la inocencia, la desesperación y la disciplina. Pero ese tono candoroso, esconde una ironía, un deseo de mostrar la fugacidad de la vida, de contrastar la complejidad del mundo moderno.4

Una novela corta, La elevación de Maruja (1974), siguió a los libros anteriores. Aquí es el tema de la vocación tratado con un humor poco habitual. En 1977 apareció su último libro, El budín esponjoso, colección de quince cuentos en los que con profunda ternura vuelve a crear su mundo de seres ingenuos que ahora no sólo son del campo, sino también de su mundo escolar.

Dos obras dramáticas de Hebe Uhart conocemos. La primera, Un pájaro gris, medio gordo, de pico corto, fue estrenada en Buenos Aires en 1970.5 En estaobra, tres amigos, en los que el alcoholismo ha echado sus garras, llegan a lacasa que ha heredado uno de ellos y en cuya fachada cuelgan un letrero deuna inexistente "Sociedad Ornitológica." Los tres personajes van a revelarnossus frustraciones, sus vidas sin sentido, a través de una serie de situaciones. Delos tres, uno recuerda las pasadas grandezas familiares; otro, sus estudios clásicos;un tercero es quizás el de más vacío interior que trata de compensar consu férrea voluntad. En este pequeño mundo, la autora logra crear una atmósferatenebrosa, delirante, a ratos grotesca. De pronto, dos ornitólogos norteamericanospenetran en la casa confundidos por el letrero de la fachada. A ellos seguirádespués una visitadora social que en un brusco cambio saldrá de ese mundo"rescatando" a uno de los borrachos. La responsabilidad profesional de la visitadora,sus propios esquemas son vencidos por una lógica que le ofrece la posibilidadde hacer el amor con el joven alcohólico. La obra nos presenta un mundo enel que la agresividad triunfa sobre la posibilidad de comunicación afectiva. Conuna gran economía de recursos nos muestra su verdad.

En 1971 Hebe Uhart adaptó uno de sus mejores cuentos al teatro: Tiempos Nuevos6. La obra se desarrolla en una parroquia de Moreno, alrededor de 1960.Son los años en que "corren vientos de renovación en la Iglesia." Sus personajesson ingenuas beatas de la parroquia, un viejo cura español, irritable ytozudo, un cura croata cuya pobreza corre pareja con su ingenuidad, siempredesorientado en un mundo que no es el de él, y un cura joven, que para asombrode las beatas habla de un Cristo humano, alegre y vital, y que construye unCentro Deportivo Comunal en vez de organizar procesiones. El personaje másinteresante es Botznia, anciana croata que asiste a todas las reuniones de laparroquia no por fe, sino porque allí en invierno hay calefacción de la quecarece en su miserable casa. La obra está dividida en cinco cuadros en los quela autora logra acercarnos a los seres, a sus problemas y contradicciones, ypresenta a curas y creyentes con sus pequeñeces, sus bondades, sus defectos,desmitificándolos. Y todo sin perder su sencillez, con ternura y humor.








Diana Raznovich, nacida en 1945, comienza publicando dos libros de poesía Tiempo de amar (1963) y Caminata en tu sombra (1964).7 En 1965 comenzó a estudiar teatro, no con la idea de convertirse en actriz, sino considerándolo desde un punto de vista total. Para Diana, el teatro es una forma de elaborar las situaciones más traumáticas que siente en su vida.


La primera obra dramática de Diana Raznovich, Buscapiés (1968) 8 en tres actos, trata "de traducir a términos teatrales la problemática de un sector de la juventud actual y de su desencuentro, no sólo con la generación anterior, sino con los miembros de su propia generación, o en última instancia consigo mismos."9 La autora logra crear personajes bien delineados —un hijo único y sus padres adinerados que lo sobreprotegen, sus jóvenes compañeros de estudios —y recrea con acierto el medio argentino en que ellos se mueven. Toda la dinámica de la obra está construida sobre situaciones "donde lo que importa no se dice, sino que emerge de lo que se dice."10

En 1971, Raznovich estrenó en Buenos Aires una comedia musical para niños, Texas en carretilla, que es una sátira a los esquemas clásicos de las películas del oeste americano. A esta obra siguieron Guardagente (1971), una alucinante pieza en la que un joven alquila un armario como vivienda a un numeroso grupo de inquilinos, y Contratiempo (1973), sobre el tema de una pareja cuyas relaciones están condicionadas por el tener; para este matrimonio los objetos son imprescindibles para ser, y cuando pierden lo que tienen a manos de un extraño personaje, comprueban que no son capaces de tener una relación normal, sino que transforman al otro en un objeto. La obra no tuvo el éxito esperado, quizás porque la autora partía de plantear lo que pensaba, de probar una tesis.

En 1968 Diana Raznovich escribió Plaza hay una sola, que fue estrenada en el teatro Rivera Indartede la ciudad de Córdoba. En el verano de 1975 la obra fue representada en la Plaza Roberto Arlt de Buenos Aires convertida en amplio escenario, y en esta ocasión la autora consiguió plasmar la dinámica idea inicial de representar dos acciones al mismo tiempo y que el espectador tuviera que escoger, logrando así una constante relación entre el espectador y los actores.

Plaza hay una sola está integrada por siete piezas cortas independientes entre sí y se propone desmitificar valores sociales falsos que sin embargo son aceptados por la colectividad. Aunque las situaciones que plantea podrían tener más amplio alcance, la autora se limita a destacarlas dentro del ámbito argentino. La primera pieza, "Las ciudades son las plazas de los edificios," satiriza el lenguaje pedante y lleno de circunloquios de los funcionarios por medio de una situación que se destaca por su humor: al orador lo convierten en estatua los empleados de la municipalidad. En la segunda pieza, "Comunicación," eso es precisamente lo que no se logra. Seis mujeres hablan cada una encima de la otra de un tema diferente y absurdo. Seguirán a esta pieza: "M'hijo el pintor," la delirante historia de un joven inadaptado a quien su padre le compra una plaza para que pueda pintar; "Alicia en el país de las maravillas," sátira a la prensa sin escrúpulos que aprovecha un drama individual sin hacer nada para impedirlo. La quinta pieza, "El globo azul," está cargada de poesía con su ataque a los prejuicios que impiden la libertad del individuo. Le sigue "La rebelión de los padres," donde hay auténtico humor negro, y la pieza final con un extraño título ornitológico, "Del orden de las prensoras, de la familia de los psitácidas," y en la que con sus redes un ornitólogo mata al pájaro, a la ilusión que vive en cada ser humano. En los últimos años Diana Raznovich ha continuado vinculada al teatro, pero ahora aplicando su talento de dibujante a la creación de escenografías y vestuarios.








Roma Mahieu nació en Wloclawek, ciudad cerca de Varsovia, en 1940, de madre judía y padre católico. Su infancia coincide con la Segunda Guerra Mundial que ella pasa entre Polonia y Ucrania. En los años difíciles que siguen a la guerra gozará de una libertad personal poco común que será una rica experiencia y que contribuirá a ir formando una mente un tanto anárquica e independiente. Quizá sea esta formación la que le ha permitido escaparse con facilidad de los parámetros establecidos por la sociedad.11 Desde niña ya hacía teatro. En la familia de su madre había varios actores famosos, y en la escuela europea a la que asistió participó constantemente en representaciones. A los diez años llega con su madre a la Argentina y se radica en Santa Fe. Allí se hizo maestra y estudió teatro participando en los grupos de teatro independiente.

Roma Mahieu comienza a escribir obras dramáticas en 1973, y estrena tres años más tarde, en la temporada de 1976, su primera obra Juegos a la hora de la siesta, con la que ganó los premios Talía, Argentores, y Moliere de ese año,convirtiéndose así en el autor dramático más destacado de 1976.12Esta autoraposee una extraordinaria capacidad para visualizar situaciones y conflictos. En cierta ocasión nos dijo: "Yo no invento nada. Lo que hago es una recreaciónde la realidad."13 Y la realidad que Roma nos presenta en sus obras dramáticases una cara de la Argentina que muchos, sobre todo los escritores bonaerenses,han pretendido ignorar. Veamos esta realidad en cuatro de las doce obrasdramáticas que hasta ahora ha escrito.14

En Pilar 8, Casilla 149-bis la realidad es una villa miseria donde habitan correntinos para quienes Perón es Dios-protector y esperanza. Escrita en 1974, no ha sido estrenada. Según la autora, es esta la única obra que ha escrito después de hacer una investigación cuidadosa sobre las condiciones de vida, el ambiente y el carácter de los correntinos que habitan en Buenos Aires.
Consta de dos actos en los que vemos el doloroso cuadro de una familia: hombres y mujeres que a los treinta años parecen viejos; jóvenes de dieciocho años que ya han conocido el presidio y viven al margen de la ley. Vida en promiscuidad en una casilla donde cama, roperos, cajones de frutas, televisor, tocadiscos, radio, máquina de coser, sillas y ollas se mezclan con altares en que se venera a las vírgenes de Itati y de Luján junto a las fotos de Eva Perón, Ceferino Namuncará y el cuadro del Boca. La acción transcurre entre el 12 de junio de 1974, día de la última aparición de Perón en la Plaza de Mayo y el día en que anuncian su muerte por la televisión. Todos los personajes viven de ilusiones en un mundo falso. Nicolasa vuelca todo su amor maternal en una muñeca a la que viste y desviste según las circunstancias. Eulogio consigue riquezas de espaldas a la ley, Pascuala tiene una doble vida. Y cuando el ídolo "que no se puede morir" muere y la meta feliz que Perón les hizo soñar a miles de argentinos se desvanece, se desata la desesperación de esos seres humanos. Tránsito, el correntino de 31 años, jefe de la familia que habita en la casilla, muere acuchillado cuando enloquecido él mismo comienza a repartir cuchilladas indiscriminadamente en su villa miseria. El proceso de desilusión está marcado en la obra por las tres apariciones de un bailarín, quien primero, con aire de inocencia, aparece con una gran sonrisa roja, aunque en la boca tiene un rictus de ira y tensión; en la segunda aparición ya le falta la boca y dos enormes ojos se abren sobre un maquillaje blanco. Al final el bailarín tiene ya la cara tapada con una media blanca.

Percusión, pieza en dos actos, se desarrolla, igual que la anterior en una villa miseria. Aquí Roma cuestiona también la condición humana. Los personajes son todos seres marginados que viven en bidones de los que han hecho sus casas. Extraños entre sí actúan con solidaridad familiar. Absurdo y crueldad se mezclan con aguda crítica. No son tiempos pacíficos los que le han tocado vivir a esta escritora y la violencia es un tema recurrente en su teatro. Pero Roma sabe que la violencia ha existido desde siempre y que está enraizada en la propia condición humana. De ahí que el tema se exprese en sus obras no sólo como un fenómeno local y actual, sino con más ancho horizonte.

En El Benshi, obra en un acto, se desarrollan dos acciones simultáneamente, una en la platea y otra en el escenario. Mientras en la sala dos policías van sacando uno tras otro a cinco espectadores para golpearlos afuera y devolverlos ensangrentados a sus asientos en inútil búsqueda de un culpable, en el escenario se desarrolla otra escena que va a ser narrada por el benshi. Es este el personaje que en la época del cine mudo explicaba en el Japón a los asistentes lo que pasaba en la pantalla. Aquí el benshi actúa como una especie de censor de la realidad. Lo que narra no tiene nada que ver con lo que ocurre en el escenario, aunque en algunas ocasiones sus frases pueden asociarse con la realidad argentina: "Una familia juega idílicamente mientras una horrible nube de guerra va tapando al país."

La obra que dio a conocer a Roma Mahieu al público hispanoamericano es Juegos a la hora de la siesta. Estrenada en Buenos Aires en julio de 1976, permaneció en el cartel hasta diciembre de 1977, cuando fue prohibida por decreto de la Presidencia de la República. La edición preparada por Talía ha sido censurada. Otra obra de Roma Mahieu, María Lamuerte, estrenada en julio de 1977, ha sido también prohibida por la censura argentina. Juegos a la hora de la siesta se ha llevado a la escena también en Montevideo, Sao Paulo y otrasciudades del Brasil, y en Santiago de Chile. Fue escrita después de observar lasmanifestaciones de violencia en los niños y nos muestra cómo la crueldad máspavorosa suele encontrarse en sus juegos y cómo el miedo es en realidad el origende esa violencia.

La obra está dividida en dos actos que se desarrollan en una plaza donde un grupo de niños juega y la trama nace de las acciones a que estos niños se entregan en sus juegos, en los que se convierten en estatuas, soldados, sacerdotes, policías, rematadores, hasta llegar al crimen que nos deja desgarrados. Todo el mundo lleno de normas, prejuicios y pasiones de los adultos se refleja en las acciones de estos niños: el afán de mando y el acatamiento a un jefe, la envidia, el miedo, la marginación de los que no acatan las normas arbitrarias del grupo, el resentimiento, la preocupación por el enigma de la muerte. Y detrás de todo, la violencia que es aquí vista con ancha perspectiva universal. Con Juegos a la hora de la siesta alcanza Roma Mahieu un lugar permanente en el teatro hispanoamericano.

La obra de las tres dramaturgas que aquí hemos presentado es un ejemplo de que la mujer, no sólo se destaca en Hispanoamérica entre los autores dramáticos, sino que en Argentina, en particular, está provocando con sus textos una mejor comprensión de la realidad.

©Martha Martinez
University of Ottawa
University of Kansas
Spring 1980



Notas
1. Este comentario refleja el deseo de desconocer como argentina una realidad distinta a la del Buenos Aires cosmopolita.
2. En Panorama (mayo 3, 1972), 62.
3. El título de la obra significa en hebreo "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?" Es el título de uno de los cuentos del libro.
4. La obra está precedida por una introducción de Haroldo Conti en la que este autor destaca cómo en los cuentos de La gente de la casa rosa, a pesar de su aparente simpleza, "uno penetra en honduras y laberintos donde sólo puede avanzar si se participa de la magia de su mundo."
5. La puesta en escena de esta obra fue para la autora una grata experiencia por el sentido de trabajo de grupo que tiene el teatro y porque le permitió salir del oficio solitario del escritor. La obra fue estrenada en el Teatro del Centro de Buenos Aires en 1970 bajo la dirección de Laura Yusem.
6. Este cuento abre el volumen publicado en 1972 con el título de La gente de la casa rosa.
7. En 1965, Diana Raznovich organizó con otras cinco mujeres poetas un espectáculo de poesía y fotomontaje en el Teatro de Artes y Ciencias de Buenos Aires. Las guiaba un deseo de sacar a la poesía del libro y fue muy bien recibido por el público y por la crítica.
8. Fue estrenada en el Teatro Sarmiento de Buenos Aires en mayo de 1968 y obtuvo el Tercer Premio Municipal de Teatro de ese año.
9. En notas escritas por Diana Raznovich para el programa del reestreno de la obra en el Teatro Municipal San Martín de Buenos Aires.
10. Ibid.
11. Roma ha contado: "Yo he hecho de niña cualquier cosa. Cuando estábamos en Alemania vivíamos en Baviera cerca de Múnich. Era región de muchos castillos y yo juntaba dinero y provisiones durante varias semanas y después me hacía la rabona, guardaba los cuadernos y me iba sola varios días a conocer los castillos. A los seis años era ya muy vieja." (En entrevista grabada en Buenos Aires en julio de 1977.)
12. Ver mi artículo sobre "Seis estrenos de la temporada argentina de 1975," Latin American Theatre Review, 11/2 (Spring, 1978), 95-101.
13. En entrevista grabada en Buenos Aires en julio de 1977.

14. Además de sus obras dramáticas en uno y dos actos, Roma Mahieu ha escrito varios guiones para el cine y ha hecho adaptaciones de obras clásicas para la televisión argentina. En sus obras se hace patente una influencia del cine, arte que conoce bien.


Nota: Las fotos y links fueron agregados por este blog.





Hebe Uhart. "Viajar sirve para darte cuenta de cómo sos. A mí me gusta viajar, pero me gusta volver"


Verónica Boix, 13 agosto 2017, La Nación
La escritora, que acaba de ganar el Premio Iberoamericano Manuel Rojas, en Chile, describe la disciplina que demanda la no ficción y afirma: "Un escritor tiene que aprender a acompañarse a sí mismo"



Como un personaje más, Hebe Uhart cuenta historias frente a la mesa de su departamento de Almagro donde da talleres de escritura ya legendarios. En su manera de decir sencilla, los giros de astucia inesperados vuelven entrañable lo que nombra. Se muestra contenta con el Premio Iberoamericano Manuel Rojas que acaba de ganar, pero eso sí, no le da demasiada importancia: "Crítica buena tuve siempre, desde los primeros libros que saqué de joven. Era más difícil publicar en ese tiempo. No recuerdo haber tenido críticas malas, me gustaría".





Lo primero que llama la atención en sus cuentos y novelas cortas es la simplicidad de lo cotidiano que, en su voz narrativa, se vuelve capaz de contener la fuerza de la vida, del amor, de la muerte. Basta leer "Guiando la hiedra" o "Señorita" para comprender la revelación. Uhart tiene razón: ya no es una escritora marginal. Su ficción imprescindible publicada en Relatos reunidos (Alfaguara), ganó el premio a la creación literaria de la Fundación El Libro en 2010 y, unos años más tarde, los demás cuentos, por entonces inhallables, se publicaron en El gato tuvo la culpa (Blatt & Ríos). Un reconocimiento editorial tardío y necesario.




Con las azaleas y hiedras de su balcón de fondo, la mejor cuentista argentina, como dijo alguna vez Rodolfo  Fogwill, habla de su amor a los animales, el tema del libro de crónicas y semblanzas que saldrá publicado este año. "Los animales están muy presentes en la vida de las personas. Me interesa la inteligencia animal, que es extraordinaria; tienen particularidades individuales como nosotros. A 40 kilómetros de Santa Rosa hay un ornitólogo, Miguel Santillán, que tiene una casa detrás de una floresta erigida en 1947 y nunca jamás pintada. Me recibe con una tabla de carne y fruta toda picadita, es para las aves; van todas a un árbol y tres veces por día les da de comer. Les da carne picada de primera calidad desgrasada. Y los chimangos, caranchos de la laguna, que está lejísimo, se vienen a ese árbol porque deben haberse contado que él da de comer".
Es claro: lo suyo es el movimiento, en la vida y en la escritura. Desde hace treinta años, Uhart coordina un taller de escritura. Una de sus alumnas, Liliana Villanueva, tomó nota y reconstruyó la experiencia de escucharla en Las clases de Hebe Uhart (Blatt & Ríos, 2015). Podría haber seguido haciendo lo que sabía. Pero, en cuanto intuyó que dominaba el relato breve con destreza, lo dejó atrás para explorar el territorio desconocido de la crónica. Sus viajes la llevaron por pueblos perdidos de América Latina; una vez más, Uhart escuchó con ese oído total que ya es un sello personal, y trazó un mapa nuevo en la serie de crónicas publicadas por Adriana Hidalgo-Viajera crónica, Visto y oído, De la Patagonia a México y en 2016De aquí para allá, su recorrido por pueblos originarios de toda la región.






¿Qué descubre en los viajes que no encontraba en la ficción?
De repente, descubro visiones distintas a través del lenguaje que la gente plantea. Voy viendo particularidades locales, voy viendo lenguajes. Se amplía el panorama de lo que es América Latina, la comprensión de las personas. También lo he hecho leyendo, que es otra forma de viajar. Por ejemplo, en el pueblo de Diamante a la hora de la siesta llego y me voy a la orilla del río, veo una señora sentadita y entonces pregunto obviedades, le digo: "¿Usted es de acá?" Tiene una sillita y me dice: "Sí, estoy sentada a favor del río" y sigue: "¿Ve? Del otro lado está Coronda y a la noche miro las estrellas, viera cómo loquean". Es hermoso porque al decir que loquean está implicando una visión distinta, es decir, ella las ve como un universo móvil. En Victoria, cerca de Diamante, fuimos con unas señoras a una laguna y pasamos por una especie de capilla que una de ellas cuidaba. Le digo: "Qué lindas sus plantas", y me contesta: "Mucho han guapeao". Yo pensé que un guapo era alguien con un cuchillo. Para ellas, ser guapo es resistir. Aprendo cosas del lenguaje o de formas de pensar. A veces me han dado una lección.






¿En qué sentido lo han hecho?
La lengua de acá, del Río de la Plata, es fuerte. Estaba en un pueblo chiquitito de campo, Irazusta, donde te reciben todos en sus casas. Y había un chico que le estaba hablando a una vaca. Y yo, mala, quería que la dueña de la casa donde vivía me dijera que ese chico era oligofrénico. Yo no me acerqué mucho, el chico hablaba largo con la vaca, qué sé yo que le decía, y me dijo: "Pobrecito, es faltito". Acá decimos oligo, el lenguaje nuestro es fuerte. Y, en Río de Janeiro, había un negocio de novias y las madrinas tenían trajes. ¿Viste los dibujos de las nenas de siete años, que hacen una pollera y le ponen mariposas y flores? Bueno, era una cosa así. Yo quería hacerle decir a la empleada que era recargado. La respuesta fue tajante: "¿Y acaso el matrimonio no es una ilusión?". Muchas veces me encuentro con la horma de mi zapato.
Suele decir a sus alumnos del taller: "A mayor libertad de pensamiento, mayor disciplina".
Eso se lo saqué a Nietzsche. La disciplina asociada a la libertad implica que cuanto más alto volás más disciplinado tenés que ser. Cuanto más ficción hacés, más control tenés que tener para que resulté verosímil porque se te va al disparate.
¿Y es necesaria también la disciplina al escribir no ficción?
Sí, otra disciplina. En la crónica hago una mezcla que queda más o menos unitaria, concilio la parte histórica con la real. Las pautas te las da el material y el material siempre es nuevo. Cada crónica es distinta porque me crea una nueva forma de encararla. Es como las personas, cada una crea una forma de acercarme. Con la práctica se aprende a acercarse a las personas. Acercarse a las personas quiere decir no lesionarlas, hablarles de cosas que tengan que ver con ellas. Como ahora que estoy haciendo animales y gente. Me voy a la plaza de Almagro y me encuentro con personajes. Había un dueño desaforado, el perro era como él, ¿viste que se parecen? El perro no sabía si correr a las palomas o ir detrás de otros perros. Y él parecía un personaje de esos que hace mil oficios y los deja todos.
Justamente, el humor aparece en muchos de sus relatos.
En la vida de la gente hay cosas que me producen gracia, me gusta lo que veo. El humor es un resto. También me he reído de mi misma. No todas las crónicas me salen bien. Una vez llegué a Tapalqué, cerca de Azul, y en la estación de micro no había nada, sólo un señor que estaba hablando con la chica de la boletería. ¿Viste que se nota cuando hace mucho tiempo que alguien está hablando? En ese tiempo estaba buscando refranes porque un señor de Pergamino me había dicho que Tapalqué engendraba refranes. Uno te lleva a otro. Les pregunto si había algún hotel y me contestan de mala gana que no. Entonces ahí, nerviosa y ridícula, les digo: "A mi me dijeron que este es un pueblo que engendra refranes". Y me dice muy negativo: "El que le dijo eso estaba mamado". Y la chica, más gentil, me dice que podía ir a la casa de una mujer. Voy y era una casita limpita, blanquita; una señora alegre me pregunta si yo iba por comercio. Le digo: "No, refranes". Me miró con una cara de desolación como si le hubiera dicho drogas. Me dice: "Yo de mi casa al trabajo y del trabajo a mi casa". Para decir algo, ya consternada, le digo: "¿En qué trabaja, señora?". Y me contesta: "En mi casa". Me fui en taxi a un café y el taxista: "Hábleme bien de este lado que soy duro de este oído". Transcribí todo y me rajé para Azul esa misma tarde. ¿No es gracioso?
Sus historias en apariencia comunes muestran una capacidad extraordinaria frente a las sorpresas de la vida.
Lo que pasa es que la crónica, como la definió Caparrós, es la voz de los que no tienen voz. Voz tienen los políticos y los artistas, la gente mediática. La crónica es ir a buscar gente que no está registrada ni por el periodismo ni por la televisión, que lleva una vida común y eso es interesante. La crónica hace que te intereses por seres, paisajes o situaciones que antes no te interesaban. Esa mirada lo vuelve interesante.
¿De qué manera logra captar lo extraño en personajes que el resto ve como convencionales?
Un escritor está siempre en sus personajes, te tenés que colocar un poco en el lugar del otro, sino no podés comprenderlo.
¿Y qué piensa de la literatura del yo, más centrada en lo autorreferencial?
No creo que sea aconsejable hablar siempre de uno mismo. Hay una escritora norteamericana, Lydia Davis, que he dado en talleres, que habla del yo epidérmico. Es el yo de todas las dificultades, el yo más inmediato. Siempre estás disconforme porque la silla es dura o porque las mangas son largas o el agua no hierve cuando vos querés. En los talleres digo que hay que tratar de superar esa disconformidad, sino no podés escribir. Si te molestan muchas cosas, estás siempre pensando en lo que te molesta, ¿sí o no? Estás pendiente de todos esos pequeños detalles. Es decir, tenés que olvidarte de lo que te hacen las cosas a vos.
¿Cómo se supera esa dificultad?
Una se acostumbra a eso. Flannery O'Connor hablaba de un estado de ánimo a media rienda. No estar ni demasiado exaltado ni deprimido. Es decir, las personas que tienen grandes oscilaciones de humor tampoco pueden escribir. Un deprimido no puede escribir porque eso se contagia al material, ves todo gris. Si estás demasiado exaltado, ves todo extraordinariamente importante, y no es todo igual. La mayoría de las cosas que sirven para escribir, sirven para la vida. Lo que tiene que aprender un escritor es a acompañarse a sí mismo.
¿En qué consiste ese acompañamiento?
Acompañarse a sí mismo es esperarse. Pensar: "Ahora no me sale pero después a la tarde me va a salir. Voy a esperar y me va a salir". En realidad el que escribe son dos: uno que tiene el material y otro que acompaña. Puede acompañarse bien o rebelarse. Todos tenemos obsesiones parciales. Si me agarra la obsesión, yo no escribo. Lo mismo ocurre con cualquier actividad de la vida. Pensás: "Me baño a la mañana o a la noche", "con ducha o inmersión". Esa actividad mental eterna nos come un montón de vida, ¿sí o no? A mi me come un montón de vida; cada vez que tengo que pasar un texto a la computadora hago ese proceso. En verdad, el asunto es empezar. Detrás hay aprehensión, hay miedo, por eso lo vas postergando. Lo mejor es ir, lanzarse y hacer algo. Sino te quedás meditando una vida.
Resulta curioso que prefiera la acción frente a la meditación a pesar de su formación en filosofía.
Bueno, no sé en qué medida la filosofía puede tener que ver con la obsesión. No, la filosofía no tiene que ver con la obsesión. La obsesión es lo que te pone los dos extremos, vos te perdés el medio. Te quedás en ese, me baño o no me baño, me siento o no me siento, como ensalada o papa. Bah, bah, bah. Más o menos es igual todo, salvo lo que te haga mal,¿sí o no?
¿De qué modo juegan las obsesiones en su escritura?
No sirve en la escritura porque en la escritura tengo que estar pensando, en una crónica, en algo que leí, vi o visité. No rinde la obsesión. Por ejemplo, todo lo que se plantea en relación a los géneros tiene que ver con eso, te preguntan qué es lo que escribís. ¿Y qué importa? Llamale género chorizo, no importa, todo el tema de los géneros se presta a la necesidad de encasillar, siempre te va a llevar a un desastre. Dejá abierto y dejá fluir. Eso también tiene que ver con definir un género antes, vos hacés lo que te parece, después el género se definirá, se dirá. Ahora los géneros se están mezclando todos.
¿Y cómo va aprendiendo a escribir?
La escritura es algo comunicable. Creo que tiene razón Mansilla cuando dice que la mayoría de los argentinos no valoran lo que escribe Fray Mocho y prefieren a los españoles que escriben de manera más retórica, más lindo, ¿viste? Yo suscribo lo que escribe Fray Mocho porque escribe como habla y yo escribo como hablo. Ese es el estilo argentino, escribir más cerca de lo que se habla. Es interesante: Mansilla inaugura el estilo argentino de decir lo que le parece. Es una linda cosa nuestra de desprejuicio, que sé yo, de no mirar con prejuicio.
En ese sentido, ¿reconoce su obra como argentina?
Puede ser que yo haya asumido que soy de acá. Coetzee dice que nuestros modelos en literatura son todos europeos, nosotros somos indianos, somos coloniales. Ellos son el centro del universo y nosotros somos de afuera. La prueba está en que cuando la gente va a Europa no se permite dormir la siesta ni ebria, ¿sí o no? Viajar te sirve para darte cuenta de dónde estás parado y de cómo sos. A mi siempre me gustó viajar, pero siempre me gustó volver.

Biografía

Hebe Uhart nació en Moreno, provincia de Buenos Aires, en 1936. Estudió filosofía en la UBA, fue docente y desde hace 30 años da un taller de escritura. Es autora de relatos breves y crónicas de viaje. Escribió, entre otros, Relatos reunidosViajera crónicaVisto y oído y De aquí para allá.













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Diana Raznovich está convencida de que "un soplo de buen humor derriba barreras"

Mercedes Bermejo, Público, 21-01-2011





Convencida de que el humor es un buen arma para derribar barreras y que con una sonrisa es más fácil acercarse a asuntos como la violencia machista, la dramaturga y dibujante gráfica argentina Diana Raznovich publica "Divinas y Chamuscadas".
La creadora, que se inscribe en la tradición historietista de su país con nombres tan conocidos como Maitena, Quino o Liniers, asegura que en esta nueva entrega ha intentado dar "una vuelta de tuerca" a asuntos que tienen que ver con la mujer, como las desigualdades o la violencia de género, pero también a otros tan actuales, como la crisis económica.
Porque esta artista, que asegura que cuando concibe una idea ve inmediatamente la imagen que le puede acompañar, se atreve en este nuevo trabajo, editado por Hotel Papel y precedido por "Mujeres pluscuamperfectas" y "Sopa de lunares", a retratar de forma satírica a "quienes son los responsables finales de esta crisis".
Y como ejemplo el protagonista de una de sus viñetas dice: "Nadie se preocupa por los 15.000.000 que he perdido en la bolsa de Tokio, pero todos están preocupados por los 200 miserables euros que le he bajado de sueldo a mis empleados".
No sólo la crisis económica preocupa a esta creativa, nacida en 1945 en Buenos Aires, Raznovich también reflexiona sobre asuntos actuales como las investigaciones abiertas por casos de pederastia en la Iglesia Católica.
"Cuestiono la doble moral de la Iglesia", afirma la creativa, que ilustra su pensamiento con la siguiente viñeta protagonizada por un prelado: "El aborto es pecado mortal. Los preservativos son pecado mortal. La pederastia... una travesura sin importancia".
Pero si por un tema es conocida Raznovich, quien se asentó en España en los años setenta, es por su lucha a favor de los derechos de las mujeres.
Además de la publicación de viñetas, la creadora argentina ha participado en el diseño de varias campañas de sensibilización como la que le encargó la ex ministra de Igualdad Bibiana Aido.
"La ministra Aido -recuerda- me convocó a hacer cuatro millones de posavasos contra el tráfico de mujeres, y yo traté de buscar el lado humorístico para que los jóvenes no consumieran prostitución ejercida por mujeres en manos de las mafias clandestinas".
"Abordar estos temas son muy duros, pero a la vez son un desafío", afirma la dibujante que apuesta por el humor como instrumento para "derribar barreras".
"Si arrancas una sonrisa te acercas mucho más a la gente", dice la artista que llegó al mundo gráfico desde la dramaturgia. Esa experiencia, asegura, le facilita observar la realidad en "escenas", al tiempo que también le sirve para ejercer su crítica humorística y social.
Su amor por la literatura, que nació cuando descubrió "Alicia en el país de las maravillas", nunca la ha abandonado y prueba de ello es que en las dos próximas semanas estrenará una pieza en Ciudad de México y mantiene en la cartelera de Buenos Aires su obra "Jardín de otoño".
Pero sin olvidar una amplia trayectoria en el teatro que le ha llevado a recorrer tanto América como Europa, Raznovich se muestra ilusionada con su actual proyecto de publicar una novela gráfica que se centrará en "los exilios".
"Los exilios a los que se ve sometida la humanidad por culpa de las dictaduras me interesan mucho", afirma Raznovich, de ascendencia judía y quien abandonó su país por la dictadura militar argentina.
Sin embargo, la creadora no quiere centrarse en la historia reciente de su país, sino también en otras realidades como la que viven los emigrantes que tiene que cruzar África y llegar a Europa en busca de oportunidades de trabajo.
No obstante, precisa, "no querría perder mi cuota de humor" al enfrentar el género de la novela gráfica, en el que, indica, observa una enorme "apertura" y "fusión".
Y pone como ejemplo "Persépolis" -la obra gráfica de la iraní Marjane Satrapi en la que la propia autora relata cómo creció en un régimen fundamentalista islámico-, que define como "una maravilla".
Con la vista puesta en la exposición que inaugurará el próximo 11 de marzo en Buenos Aires, en el Museo de la Mujer, Raznovich concluye que en todos sus trabajos su punto de partida son las personas a las que le gusta "observar" y "fotografiar" con la "máquina" que lleva dentro.

Fuente: Público

















Diana Raznovich: Página oficial
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Estreno de "Juegos a la hora de la siesta", de Roma Mahieu

El País, España, 1 mayo 1980






La cooperativa de actores Teatro de la Peste presentará hoy, jueves, en el teatro Lavapiés, de Madrid, la obra Juegos a la hora de la siesta, de la escritora polaca nacionalizada argentina Roma Mahieu, bajo la dirección escénica de Domingo lo Giudice. Está interpretada por Francisco Javier Pascual, Lucía González, Alfonso Gayo, Armando Ruiz-Valdepeñas, Irene Piñal, Miguel Moreno, Belén Berlín y Francisco J. García, con escenografía y vestuario del grupo. 

Desde su estreno, en 1976, en Buenos Aires, la obra Juegos a la hora de la siesta se ha representado en Brasil, Montevideo y Santiago de Chile. En Argentina, con representaciones durante dos años y medio, obtuvo los premios de la crítica y a la mejor obra nacional.


Juegos a la hora de la siesta es una metáfora de la realidad a través de los juegos de unos niños en un parque. A lo largo de la obra la autora pretende reflejar las relaciones del medio social en el desarrollo del juego, entre el niño-adulto que juega y la finalidad de sus acciones
Roma Mahieu declara que es su primera obra y la escribió en una sola noche. «A pesar de que sus protagonistas -interpretados por adultos- son niños de cinco a ocho años y un retrasado mental adolescente, es decir, que también tiene una edad mental infantil, está concebida pensando en el mundo de los mayores. El universo de los niños se me impuso por si mismo porque descubrí que sólo ellos actúan con la necesaria espontaneidad y franqueza».
Fuente: El País

Roma Mahieu:  Facebook
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Virginia Woolf escribe sobre Katherine Mansfield: “Una inteligencia terriblemente sensible” / The New York Herald Tribune, 1927 - El Nacional, Caracas, 1 octubre de 2017 / Carta de Virginia Woolf a Katherine Mansfield : "Estoy orgullosa de ti”, 19 de diciembre de 1920

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Una mirada a la escritura diarística de Katherine Mansfield (Nueva Zelanda, 1888 - Francia, 1923) por Virginia Woolf(Londres, 1882 - Sussex, 1941), ambas escritoras modernistas fundamentales del siglo XX







Dice el señor Murry que los autores de relatos breves más valorados en Inglaterra están de acuerdo en opinar que, como autora de narraciones cortas, Katherine Mansfield era fuera de serie. Nadie la ha sucedido y ningún crítico ha sido capaz de nombrar su calidad. Pero este asunto no le incumbe al lector del diario de Katherine Mansfield. Lo que nos interesa de su libro no es ni la calidad de su escritura ni el nivel de su popularidad, sino el espectáculo de su mente –una mente terriblemente sensible– recibiendo una tras otra las impresiones fortuitas de ocho años de vida. El diario fue un compañero místico de la autora. “Ven mi nunca visto, mi desconocido, hablemos”, escribe cuando inicia un nuevo volumen. En el diario anota hechos: el tiempo, un compromiso; esboza escenas; analiza su carácter; describe a una paloma, un sueño o una conversación; nada podría ser más fragmentado; nada más privado. Nos parece estar contemplando una mente a solas consigo misma; una mente que piensa tan poco en el lector que incluso de vez en cuando utiliza una taquigrafía propia o, como tiende a hacer la mente en su soledad, se divide en dos para hablar consigo misma. Katherine Mansfield sobre Katherine Mansfield.

Pero a medida que se acumulan los fragmentos, nos vemos dándoles orden, o más probablemente, recibiendo de Katherine Mansfield una dirección. ¿Desde qué perspectiva contempla la vida, ahí sentada, con su terrible sensibilidad, mientras registra impresiones tan diversas? Es una escritora; una escritora nata. Todo lo que siente, oye y ve no es fragmentario ni desplazado; pertenece en conjunto a su escritura. A veces apunta a comentarios pensados directamente para un relato. “A ver si cuando escriba sobre aquel violín recuerdo cómo asciende y desciende triste; cómo busca”, anota. O bien, “Lumbago. Es algo muy extraño. Tan repentino, tan doloroso. Tengo que recordarlo cuando escriba sobre algún anciano. La iniciativa de levantarse, el descanso; la mirada furiosa, y cómo, de noche, echado en la cama, uno se percibe bloqueado...”.

De nuevo es el momento mismo el que añade el verdadero significado, y la autora traza un esbozo para conservarlo. “Está lloviendo, pero el aire es suave, brumoso, cálido. Grandes gotas de lluvia repiquetean sobre las lánguidas hojas, las flores de tabaco se inclinan. Ahora se oye un susurro en la hiedra. Ha aparecido Wingley del jardín de al lado; salta desde la pared. Y con cuidado, levantando las patas, estirando las orejas, muy asustado de que le alcance la gran ola, atraviesa el lago de hierba verde”. La hermana de Nazareth “pide dinero mostrando sus encías pálidas y sus dientes grandes y descoloridos”. El perro delgado. Tan delgado que su cuerpo es como “una jaula sobre cuatro estacas de madera”, corre calle abajo. De alguna manera la autora siente que el perro delgado es la calle. Todo esto nos hace estar entre relatos inacabados; aquí un principio; aquí un final. Solo necesitan un lazo de palabras que los recoja y complete.

Pero el diario es tan privado y tan instintivo que incluso permite que otro yo se separe del yo que escribe, que se separe y observe al primero cuando escribe. El yo que escribe es su yo extraño; a veces nada le induce a escribir. “Hay tanto por hacer y hago tan poco. La vida aquí sería casi perfecta si trabajara siempre que pretendo estar haciéndolo. Mira los relatos que esperan y esperan justo en el umbral…. Día siguiente. Pero pongamos esta mañana como ejemplo. No quiero escribir nada. El día está gris; pesado y monótono. Y los relatos parecen irreales, como si no mereciera la pena escribirlos. No quiero escribir, quiero vivir. ¿A qué se refiere? No es fácil de escribir. ¡Pero ahí está!”.

¿A qué se refiere? Pocos han sentido con mayor seriedad que ella la relevancia de escribir. Todas las páginas de su diario, por instintivas y rápidas que sean, su actitud hacia su trabajo es ejemplar, secreta, corrosiva y austera. No hay cotilleo literario; nada de vanidad, ni celos. Aunque en los últimos años tuvo que estar informada de su éxito, no lo menciona. Sus comentarios hacia su propio trabajo son agudos y críticos. A sus relatos les faltaba riqueza y profundidad, dice; solo conseguían “rozar la superficie, nada más”. Pero escribir solo la expresión correcta y sensible de las cosas no basta. Se tiene que fundamentar en algo no expresado; y este algo debe ser sólido y completo. Katherine Mansfield busca algo curioso y difícil, sometida a la desesperada presión de su enfermedad cada vez más grave. El rastro de su búsqueda aparece de forma esporádica, difícil de interpretar tras la claridad cristalina que se necesita para escribir con veracidad. “Nada valioso puede proceder de un ser desunido”, dice. Es imprescindible poseer salud interior.

Tras cinco años, y sin desespero, dejó de luchar por recuperar la salud de su cuerpo, porque creyó que su enfermedad era anímica, y que su curación no dependía de ningún tratamiento físico sino de una “hermandad espiritual” como la de Fontanebleau, el lugar en el que pasó los últimos meses de su vida. Antes de irse escribió el resumen de sus creencias, con el que concluye su diario.

Deseaba estar sana, escribe; ¿pero a qué se refiere con la palabra salud? “La salud”, escribe, “significa para mí poder llevar una vida plena, adulta, viviendo, respirando vida, en contacto estrecho con lo que amo: la tierra y sus maravillas, el mar, el sol… Además, quiero trabajar. ¿En qué? Deseo intensamente vivir para trabajar con las manos, con mis sentimientos y mi cerebro. Deseo un jardín, una casa pequeña, hierba, animales, libros, cuadros, música. Deseo ponerme a escribir a partir de esto, dando expresión a todo ello. (Aunque escriba sobre taxistas, no tiene importancia)”. 

El diario concluye con las palabras “Todo está bien”. Y puesto que murió tres meses después de escribir estas palabras es tentador pensar que representan cierta conclusión; una conclusión que la enfermedad y la intensidad de su propia naturaleza le llevaron a una edad en la que la mayoría de nosotros holgazaneamos entre apariencias e impresiones, entre diversiones y sensaciones que nadie amó tanto como ella.


©Virginia Woolf
El Nacional, Caracas, 1 octubre de 2017

______________________________________________________________
Este artículo fue publicado en The New York Herald Tribune, en septiembre de 1927. También fue incluido como prólogo al Diario de Katherine Mansfield que editara Lumen (Barcelona, 2008).     Fuente: El Nacional



Katherine Mansfield: Página oficial




Virginia Woolf: Página oficial
 






 Carta de Virginia Woolf a Katherine Mansfield




"My dear Katherine
I wish you were here to enjoy your triumph – still more that we might talk about your book – For what’s the point of telling you how glad  indeed proud I am? However I must to please myself send a line to say just that.
Yours ever
V.W."

“Mi querida Katherine:

Ojalá estuvieras aquí para disfrutar tu triunfo – y aún más, poder hablar sobre tu libro. Y poder decirte, ¿sabes cuánto me alegro y lo orgullosa que estoy de ti?

Por eso me complace mucho enviarte estas líneas para decírtelo.

Siempre tuya,
VW”




Fuente: Natlib








Elizabeth Bishop escribe sobre Marianne Moore: "Esfuerzos del cariño" / El Nacional, Caracas, 3 de octubre de 2017

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Marianne Moore y Elizabeth Bishop

Presentamos un fragmento del ensayo que Elizabeth Bishop (1911-1979) escribiera sobre Marianne Moore (1887-1972), ambas poetas norteamericanas ganadoras del Premio Pulitzer. El texto está incluido en el volumen 2 de la “Obra completa” de Moore, y fue traducido por Mariano Peyrou para Vaso Roto Ediciones (España, 2016)





En la primera edición de los Collected Poems (Poesía reunida) de Marianne Moore, de 1951, hay un poema que originalmente se llamó “Esfuerzos y cariño”. En mi ejemplar de este libro, Marianne tachó la palabra “y” y escribió “del” encima. A mí este cambio me gustó mucho, de modo que voy a titular este texto “Esfuerzos del cariño”.
Conocí a Marianne Moore en la primavera de 1934, cuando estaba en el último curso en la universidad de Vassar, por medio de Fanny Borden, la bibliotecaria. Una amiga del colegio y su madre, ambas más leídas y más sofisticadas en sus gustos literarios que yo, me habían hablado de la poesía de Marianne Moore hacía unos cuantos años. Yo ya había leído todos los poemas de la señorita Moore que había podido encontrar, en copias atrasadas de The Dial y pequeñas revistas y antologías que sacaba de la biblioteca de la universidad. No sabía que la poesía podía ser así. Me gustó inmediatamente, y aunque sabía que había un libro suyo llamado Observations (Observaciones), no estaba en la biblioteca y no lo había visto nunca.
Como la señorita Borden era la persona idónea para presentarme a Marianne Moore, quiero decir algo sobre ella. Era la sobrina de la Lizzie Borden de Fall River, y en la universidad corría el rumor de que la espeluznante historia de Lizzie Borden había tenido efecto moderador en la personalidad de Fanny Borden. Era sumamente tímida y reservada y hablaba tan bajo que era difícil oír lo que decía. Era alta y delgada; siempre iba vestida con prendas de tonos marrones o grises, anticuadas, discretas y distinguidas. Solía desplazarse en una bicicleta sin cadena. Recuerdo verla pedaleando muy despacio hacia la biblioteca, cuesta arriba, alta y erguida sobre aquel curioso artilugio, que a veces parecía más apropiado para una dama que una bicicleta con cadena, y aparcándola en el lugar que le correspondía al llegar. (En aquella época no les poníamos candados a las bicicletas). Una vez, cuando ella hubo entrado, examiné su bicicleta, constaté que no tenía cadena y traté de averiguar cómo funcionaba. No pude. No teníamos mucha relación con la bibliotecaria; alguna vez, cada mucho tiempo, para ir a buscar un libro, nos enviaban al despacho de la señorita Borden, que era sombrío como una cueva y estaba lleno de libros apilados por todas partes. Para los distintos documentos que tenía sobre el escritorio, empleaba como pisapapeles unas piedras bastante grandes, suaves y redondeadas, que traía de la costa. Una vez, cuando mi compañera de habitación hizo un comentario admirativo sobre una de ellas, la señorita Borden le dijo, con su voz casi inaudible: ―¿Te gusta? Puedes quedártela. Entonces se la dio. Era gris, redonda y muy pesada. Un día me enviaron al despacho de la señorita Borden a buscar un libro, ya no recuerdo cuál. Nos quedamos hablando un rato y al final me armé de valor y le pregunté por qué no había un ejemplar de Observations, de esa poeta maravillosa que era Marianne Moore, en la biblioteca de Vassar. Ella pareció ligeramente sorprendida y me preguntó:
―¿A ti de verdad te gustan los poemas de Marianne Moore?
Yo le contesté que sí, los pocos que había podido encontrar.
―La conozco desde que era una niña –me dijo la señorita Borden con tranquilidad, y después me hizo una pregunta que probablemente cambiara el rumbo de mi vida–: ¿Te gustaría conocerla?
Yo era sumamente –no, terriblemente– tímida y muchas veces había salido corriendo para que no me presentaran a adultos mucho menos distinguidos que Marianne Moore, pero le dije que sí de inmediato. La señorita Borden me dijo que le escribiría a la señorita Moore, que vivía en Brooklyn, y también que me prestaría con mucho gusto su ejemplar de Observations.
El ejemplar de Observations de la señorita Borden me abrió los ojos en más de un sentido. Poemas como “An Octopus” (“Un pulpo”), sobre un glaciar, o “Peter”, sobre un gato, o “Marriage” (Matrimonio), sobre el matrimonio, me impactaron y me dieron la sensación, que todavía tengo hoy, de ser milagrosos por su empleo del lenguaje y por la forma en que están construidos. ¿Por qué nadie había escrito nunca de esta manera tan clara y deslumbrante? Pero al mismo tiempo me quedé perpleja al descubrir que la señorita Borden (que, según me enteré, era una vieja amiga de la familia Moore), evidentemente, no compartía mi gusto por esos poemas. Metidas en la parte de atrás del libro encontré algunas reseñas que habían salido tras la publicación de Observations, en 1924; la mayoría eran muy desfavorables, y algunas simplemente bobas. Incluso había una parodia de un poema de Moore firmada por Franklin P. Adams. Y, lo cual era todavía más revelador, la señorita Borden no había considerado adecuado pedir un ejemplar del libro de su amiga para la biblioteca de la universidad. (Más tarde, aquel mismo año, conseguí un ejemplar en la sección de libros de segunda mano de Macy’s).
Al fin llegó el día en que la señorita Borden me dijo que había tenido noticias de la señorita Moore y que la señorita Moore estaba dispuesta a encontrarse conmigo en Nueva York, un sábado por la tarde. Años después me enteré de que Marianne había aceptado conocerme a regañadientes; por lo visto, la encantadora señorita Borden ya había enviado a varias chicas de Vassar a conocer a la señorita Moore, y a veces también a su madre, y ninguna les había gustado. Probablemente esto explicara las condiciones en que se produjo nuestra primera cita: yo tenía que encontrar a la señorita Moore sentada en el banco que hay a la derecha de la puerta que da a la sala de lectura de la Biblioteca Pública de Nueva York. Podrían haber sido incluso más estrictas. Más tarde me enteré de que si la señorita Moore realmente pensaba que no le iba a caer bien la gente con la que se había citado, organizaba el encuentro en el puesto de información de Grand Central Station, donde no había lugar para sentarse y, si era necesario, se podía escapar al instante. Entretanto, la señorita Borden me había contado algunas cosas más de ella: dijo que era infantil, una pequeña criatura extraña y atractiva con el pelo rojo y brillante, muy bromista y, como se podría haber esperado, dada a llamar a su familia y amigos con nombres de animales.
Yo estaba muy asustada, pero me puse mi nuevo traje de primavera y cogí el tren rumbo a Nueva York. Nunca había visto una foto de la señorita Moore; lo único que sabía era que tenía el pelo rojo y que solía llevar un sombrero de ala ancha. Me imaginaba que el pelo sería rojo brillante y que ella sería alta e intimidatoria. Llegué muy puntual, incluso un poco pronto, pero ella había llegado antes que yo (por muy pronto que una llegara, Marianne siempre estaba ahí la primera) y –me di cuenta de inmediato– no era muy alta y no tenía absolutamente nada de intimidatoria. Tenía cuarenta y siete años –a mí, por aquel entonces, me parecía una anciana– y en el pelo unos tonos que iban desde el blanco hasta el rosa claro y el color ladrillo; por otra parte, sus cejas de color rosa-teja parecían cubiertas de una escarcha blanca. El gran sombrero plano y negro era como yo me imaginaba que sería. Aquel día llevaba un traje de tweed azul y, como era su costumbre en esa época, un polo de hombre con un lazo negro en el cuello. Su aspecto era muy pintoresco y recordaba de un modo vago al de Bryn Mawr en 1909, pero al mismo tiempo era estilosa. Me senté y ella empezó a hablar.
Tengo la impresión de que Marianne estuvo hablándome sin parar durante los siguientes treinta y cinco años pero, naturalmente, eso es absurdo. Viví muchos de esos años lejos de Nueva York y solo nos veíamos de vez en cuando. Debía de ser una de las mejores conversadoras del mundo: lo que decía siempre era entretenido, esclarecedor, fascinante y memorable. Su conversación, como su poesía, no se parecía a la de nadie. No sé de qué me habló en aquel primer encuentro. Ojalá en esa época hubiera escrito un diario. Por suerte, ignoraba que otras chicas de Vassar antes que yo no habían superado la prueba, así que empecé a sentirme menos nerviosa e incluso pude hablar un poco. Tal vez tuviera un rapto de inspiración, no lo sé; en cualquier caso, le atribuyo, al menos en parte, mi golpe de gran suerte por haber tenido como amiga a Marianne Moore. El circo Ringling Bros, y Barnum & Bailey estaba haciendo su temporada de primavera en Nueva York y le pregunté a la señorita Moore (nos llamamos “señorita” durante más de dos años) si quería ir al circo conmigo, dos semanas más tarde, el sábado. Yo no sabía que ella siempre iba al circo; no se lo perdía por nada del mundo, así que aceptó; cuando volvía a Poughkeepsie, en el autobús diurno, todo mugriento, me sentía sumamente feliz.
El circo
Llegué a Madison Square Garden muy temprano –habíamos quedado pronto porque queríamos ver a los animales antes de que empezara el espectáculo–, pero Marianne ya estaba allí. Iba muy cargada: llevaba dos bolsas azules de tela, una en cada brazo, y dos enormes bolsas marrones de papel. Me dio una de estas y me dijo que contenían pan integral rancio para los elefantes, porque el pan integral rancio era una de las cosas que más les gustaba comer. (Más adelante se me ocurrió que probablemente el pan blanco rancio les gustaría igual, pero que Marianne se preocupaba por su salud). Cuando entramos y bajamos hasta la planta inferior, donde ya oíamos (y olíamos) a los animales, me contó su plan preliminar. Su hermano, Warner, le había regalado una pulsera de pelo de elefante que a ella le encantaba; se trataba de dos o tres hebras de pelo negro unidas con unos broches de oro. Uno de los pelos se había caído y nunca lo había podido encontrar. Como yo ya sabría, los elefantes solo tienen pelo en la parte de arriba de la cabeza. En la bolsa, Marianne tenía unas tijeras de uñas. Yo tenía que distraer a los elefantes adultos con el pan y, si teníamos suerte, los guardias no se fijarían en ella, que iría hasta el final de la jaula, donde estaban los elefantes bebés, para sacar las tijeras y cortarles algunos pelos con los que reparar la pulsera.
Tenía toda la razón; a los elefantes les encantó el pan integral rancio y empezaron a barritar y a empujarse para hacerse con él. Yo me quedé en un extremo de la jaula, dándoles rebanadas de pan a los elefantes mayores, que las cogían con la trompa, y la señorita Moore se fue al otro extremo, donde estaban los elefantes bebés. Los elefantes grandes estaban haciendo tanto escándalo que uno de sus cuidadores vino donde estaba yo, y por el rabillo del ojo vi a la señorita Moore inclinada hacia delante en puntas de pie, con las tijeras en la mano. El pelo de elefante es correoso; me pareció que no acabaría nunca de cortarlo. Pero logró terminarlo, y entonces les dimos triunfalmente el resto del pan y nos fuimos a ver a los demás animales. La señorita Moore abrió su bolsa y me enseñó tres o cuatros pelos bastos y grisáceos envueltos en un pañuelo de papel.
Detesto ver a los animales metidos en jaulas, especialmente si son jaulas pequeñas, y sobre todo si se trata de animales de circo, pero creo que Marianne, aunque es probable que sintiera lo mismo, tenía tanto interés por ellos, tanta pasión, y sabía tanto de ellos, que podía dejar de lado, durante un rato, el dolor o la rabia que le producía verlos encerrados. Recuerdo que aquel día una serpiente con unos dibujos muy hermosos se estaba retorciendo en un terrario de cristal y de repente levantó la cabeza; dio la impresión de que lo hacía aposta para mirarnos.
―¡Mira, me conoce! –dijo la señorita Moore–. Me recuerda del año pasado.
Preferí pensar que lo decía en broma, aunque en realidad creo que no del todo. Después subimos al piso de arriba y comenzó el espectáculo. Marianne sacó un tentempié de las bolsas azules: unos termos con zumo de naranja, huevos duros (solo las yemas) y más pan integral, pero fresco y untado con mantequilla. También recuerdo de esa primera vez que fuimos al circo (habría otras) que delante de nosotros se sentó un hombre con tres niños pequeños, dos chicos y una chica. El espectáculo de los circos grandes dura bastante tiempo, y los niños, a partir de cierto momento, comenzaron a inquietarse. Marianne se inclinó hacia delante de manera abrupta, como hacía ella las cosas muchas veces, y le dijo al padre que si la niñita quería ir al servicio, ella la llevaría encantada.

© Elizabeth Bishop

Fuente: El Nacional


Elizabeth Bishop: Página oficial
Marianne Moore:Página oficial



Cinco poemas de Marianne Moore



Poeta modernista, crítica, traductora y editora, ganó el Pulitzer Prize y el National Book Award por sus “Poemas reunidos” (1951). Los textos aquí seleccionados fueron tomados de su “Poesía completa”, traducidos por Olivia de Miguel para la cuidada edición a cargo de Lumen (Random House Mondadori, España, 2010)





¿Qué son los años?
     ¿Qué es nuestra inocencia,
cuál nuestra culpa? Todos
     desnudos, ninguno a salvo. ¿Y de dónde
el valor: la pregunta incontestada,
la duda firme
–que calladamente llama, que sorda escucha–, que
en la desgracia, incluso en la muerte,
     da valor a los demás
     y, en su derrota, mueve
     al espíritu a ser fuerte?
Sabio y dichoso aquel que
     acepta que ha de morir
y en su prisión se eleva
sobre sí mismo como
el mar en una sima, luchando por ser
libre e incapaz de serlo,
     y en ese abandono
     halla supervivencia.
     Así se comporta
quien siente con vigor.
     Como el ave que al cantar
yergue su cuerpo creciéndose.
Aunque cautivo, su poderoso canto
dice qué vulgar es la satisfacción,
qué pura la alegría.
     Esto es ser mortal,
     esto es ser eterno.



Al progreso militar
Usas tu cerebro
como una muela de triturar
     paja.
Lo abrillantas
y con tu pervertido ingenio
     te ríes
de tu torso,
postrado donde el cuervo
     desciende
sobre los débiles corazones
que su dios le asigna,
     llama
y bate las alas
hasta que el tumulto atrae a
     más
voluntarios negros
para volver a resurgir,
     guerra
a bajo coste.
Ellos lloran por la cabeza
     perdida
y buscan su presa
basta que el cielo de la tarde
     enrojece.



La mente es un mecanismo encantador
es un mecanismo encantado
     como el brillo en el
ala de una chicharra
     subdividida por el sol
     hasta que las cuadrículas son legión.
Como Gieseking interpretando a Scarlatti;
como el pico punzón
     del ápterix o el
chal del kiwi
     de peludas plumas para la lluvia, la mente,
     tanteando su camino como un ciego,
camina con la vista fija en el suelo.
Posee el oído del recuerdo
     que oye sin
necesidad de oír.
     Como la caída del giroscopio,
     de inequívoca exactitud
porque está ajustado con soberana certeza,
es un poder de
     dramático encanto.
Es como el collar de
     la paloma animado
     por el sol; es el ojo del recuerdo;
es concienzuda inconsistencia.
Arranca el velo; desgarra
     la tentación y la bruma
que visten los ojos
     del corazón –si el corazón
     tiene rostro; hace pedazos
el abatimiento. Es fuego en el iridiscente
collar de la paloma; en las
     inconsistencias
de Scarlatti.
     El orden pone
     a prueba su desorden;
no es el inmutable juramento de Herodes.



Puedo, podría, debo
Si me dices por qué el pantano
parece infranqueable, entonces te
diré por qué pienso que
puedo atravesarlo si lo intento.
**
Valores al uso
Iba a la escuela y me gustaba el lugar,
hierba y sombras de hojita de acacia como encaje.
Se discutía sobre la escritura. Decían: “Creamos
valores en el proceso de vivir, es inútil esperar
su progreso histórico”. Sé abstracto
y desearás haber sido concreto; es un hecho.
¿Qué estudiaba yo? Valores al uso,
“juzgados en su propio terreno”. ¿Soy aún oscura?
De improviso, un estudiante dijo al pasar a mi lado:
“‘Relevante’ y ‘plausible’ eran palabras que yo entiendo”.
Una afirmación grata, anónimo amigo.
Ciertamente, los medios no deben frustrar el fin.
© Marianne Moore
Fuente: El Nacional


Cinco poemas de Elizabeth Bishop




Elizabeth Bishop (1911-1979) es una de las más reconocidas poetas norteamericanas del siglo XX. Recibió los más relevantes premios literarios de su país: Pulitzer, National Book Award, National Book Critics Circle Award y Premio Internacional de Neustadt. Aquí, cinco poemas de su imponente “Obra completa” traducida por Jeannette Clariond








Invitación a miss Marianne Moore
Desde Brooklyn, sobre el puente de Brooklyn, en esta hermosa
mañana,
ven, por favor, volando.
En una nube ardiente de sustancias químicas,
ven, por favor, volando,
por el súbito redoble de mil pequeños tambores azules
cayendo del cielo aborregado
sobre la resplandeciente gradería de agua del puerto,
ven, por favor, volando.
Silbatos, banderines y humo al viento. Los barcos
lanzan señales cordiales ondeando mil banderas,
ascendiendo y cayendo como aves a lo largo del puerto.
Entran en escena: dos ríos que portan con gracia
innumerables pequeñas y diáfanas medusas
sobre bases de cristal tallado arrastradas por cadenas de plata.
El vuelo es seguro; el buen tiempo garantizado.
Las olas llegan en versos esta hermosa mañana,
ven, por favor, volando.
Ven con la punta de cada uno de tus zapatos negros
arrastrando un reflejo de zafiro,
con una negra capa de mariposas y bon-mots,
y solo Dios sabe cuántos ángeles todos encima
de la ancha ala negra de tu sombrero,
ven, por favor, volando.
Portando un inaudible ábaco musical,
un delicado ceño crítico y cintas azules,
ven, por favor, volando.
Hechos y rascacielos centellean en la marea; Manhattan
está inundada de moralejas esta hermosa mañana, así que
ven, por favor, volando.
Escalando los cielos con natural heroísmo,
por encima de los accidentes, por encima de las películas malignas;
de los taxis y de las injusticias en general,
mientras resuenan las trompetas en tus bellos oídos
que simultáneamente escuchan
una leve música no inventada, apropiada para el ciervo almizclero,
ven, por favor, volando.
Ante quien los sombríos museos se comporten
como los corteses pájaros satinados,
ante quien los afables leones echados esperan
en la escalinata de la Biblioteca Pública,
deseosos de alzarse y traspasar cada puerta
hasta las salas de lectura,
ven, por favor, volando.
Podemos sentarnos y llorar; podemos ir de compras,
o jugar todo el tiempo a equivocarnos
con un valioso cúmulo de vocabularios,
o podemos lamentarnos con coraje, pero ven, ven,
por favor, volando.
Con dinastías de construcciones negativas
que se oscurecen y mueren a tu alrededor,
con la ortografía que de pronto gira y brilla
como bandadas de andarríos en el cielo,
ven, por favor, volando.
Ven como una luz blanca en el cielo aborregado,
ven como un cometa diurno
con un enorme caudal de vocablos cristalinos,
desde Brooklyn, sobre el puente de Brooklyn, esta hermosa
mañana
ven, por favor, volando.




París, 7 A.M.
Hago un viaje a cada reloj del apartamento:
algunas manecillas apuntan histriónicamente a una dirección
y algunas hacia otras distintas, desde sus caras ignorantes.
El tiempo es una Étoile; las horas divergen
tanto que los días son viajes alrededor de los suburbios,
círculos bordeando las estrellas, círculos solapados.
La breve escala en fotograbado del tiempo invernal
es un ala extendida de paloma.
El invierno vive bajo el ala de una paloma, un ala muerta de
plumas mojadas.
Mira abajo, hacia el patio. Todas las casas
están construidas así, con urnas ornamentales
puestas en las buhardillas de los tejados donde las palomas
pasean. Es como una introspección
para mirar hacia dentro, o una retrospección,
una estrella dentro de un rectángulo, una remembranza:
este cuadrado vacío bien podría haber estado allí.
–Los castillos infantiles, construidos en los más fríos inviernos,
podrían haber alcanzado estas proporciones y ser casas;
los imponentes fuertes de nieve de cuatro y cinco pisos
resistiendo la primavera como los fuertes de arena la marea,
sus paredes, su forma, no podrían disolverse y desaparecer,
solo superponerse en una fuerte cadena, convertidos en piedra,
y agrisar y amarillear como estas casas–.
¿Dónde están las municiones, las bolas reunidas
con su corazón de hielo en forma de estrella astillada?
Este cielo no es una paloma-guerrera-mensajera
que escapa de infinitos círculos entrecruzados.
Es una muerta, o el cielo del cual una muerta ha caído.
Las urnas han atrapado sus cenizas o sus plumas.
¿Cuándo se disolvió la estrella?, ¿o es que quedó atrapada
en la secuencia de cuadrados y cuadrados y círculos y círculo?

¿Pueden los relojes decir: esta allí, abajo,
a punto de rodar sobre la nieve?


Paisaje marino
Este paisaje celestial con garzas blancas erigidas como ángeles,
ascendiendo inclinadas tan alto como quieren y tan lejos
como quieren en hileras e hileras de inmaculados reflejos;
la región entera, desde la garza en lo alto
hasta la ingrávida isla de manglares
con luminosas hojas verdes delicadamente ribeteadas con guano
como iluminaciones de plata,
y hasta los sugerentes arcos góticos de las raíces del manglar
y en el fondo, el hermoso verde guisante del prado
donde a veces salta un pez como una flor silvestre
en una decorativa espuma de rocío;
esta es una historieta de Rafael para el tapiz de un papa:
semeja el paraíso.
Pero un faro esquelético erguido allí
con sotana en blanco y negro,
que vive desquiciado, cree saberlo todo.
Cree que el infierno brama bajo sus pies de hierro,
que por eso el agua en la marea baja es tan tibia,
y sabe bien que el paraíso no es así.
El paraíso no es como volar o nadar,
pero algo tiene que ver con lo oscuro y con un fuerte resplandor
y cuando anochezca recordará algo
sólidamente formulado que decir al respecto.


El champú
Las sosegadas explosiones en las rocas,
los líquenes se multiplican
extendiéndose en grises conmociones concéntricas.
Han acordado
encontrarse con los anillos de la luna, a pesar
de que en nuestro recuerdo no han cambiado.
Y como los cielos nos vigilan
desde siempre,
tú has sido, querida amiga,
temeraria y pragmática;
y mira lo que ocurre. Pues el Tiempo es
nada si no es indulgente.
Las estrellas fugaces en tu cabello negro
en luminosa formación
¿adónde se dirigen en bandada,
tan directas, tan temprano?
―Ven, déjame lavártelo en esta gran tinaja,
maltrecha y brillante como la luna.


Los hijos de los ilegales
En las apacibles laderas de los montes
juegan la motita de una niña y la de un niño
solas, y junto a ellas, la motita de una casa.
El ojo suspendido del sol
parpadea indiferente, y entonces vadean
gigantescas olas de luz y sombra.
Una inquieta mancha amarilla, un cachorro,
los vigila. Las nubes se están acumulando;
una tormenta se acumula tras la casa.
Los niños juegan a cavar agujeros.
El suelo es duro: intentan utilizar
una de las herramientas del padre,
un azadón con el mango roto
que apenas logran sostener entre los dos.
Cae con estruendo. Su risa esparce
resplandores en el cumulonimbo,
débiles chispazos de indagación
dirigidos como el ladrido del cachorro.
Y para su pequeña y soluble
arca indemne,
la aparente respuesta de la lluvia
consiste en una ecolalia,
y la voz de la Madre, fea como el demonio,
sigue llamándolos para que vuelvan a casa.
Niños, el umbral de la tormenta
se ha deslizado bajo vuestros zapatos enlodados,
mojados y cautivos, permanecéis entre
las mansiones de donde podríais elegir
una más grande que la vuestra,
cuya legitimidad perdura.
Sus documentos empapados preservan
vuestros derechos en cuartos anegados por la lluvia.


© Elizabeth Bishop
Obra completa (1 – Poesía)
España, 2016
Vaso Roto
Traducción de Jeannette Clariond
Fuente: El Nacional







Elizabeth Bishop en la película "Luna en Brasil"




TORONTO: Desde Agnes Varda hasta Guillermo del Toro por Luis Sedgwick Baez / 12 de octubre de 2017

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Llegar a Toronto es acoplarse a la rutina habitual: sortear los filmes a ver de un catálogo/ mamotreto de 376 páginas, o los recomendados por los colegas a lo largo del camino, desechar los cientos de mensajes de los distribuidores, publicistas, relacionistas públicos para asistir a tal o cual proyección que ellos desean publicitar, responder a las invitaciones a las fiestas, observar cómo ha cambiado el “paisaje urbano” como diría Fernando del Paso, el escritor, dialogar con las mismas caras de siempre ( algunas nuevas), comprobar que la tribu de fanáticos siguen apostándose a las salidas de los hoteles a fin de captar a alguna superestrella emerger, por minutos,  rodeada de guardaespaldas e introducirse en una limusina infranqueable. Los lugareños, felices al enterarse que su ciudad, Toronto, fue elegida por “The Economist” como una de las diez ciudades de mayor calidad de vida.


Agnes Varda


Días antes, recibo un correo de una miembro de la Junta Directiva del TIFF (Festival Internacional de Cine de Toronto) que me pide transmitir la información siguiente (lo haré en forma sucinta y con mucho gusto):

-        “De los 250 films dirigidos en 2016 sólo el 7% fueron dirigidos por mujeres; de los 100 films relevantes en 2016, sólo el 29% fueron protagonistas las mujeres; de los 100 films más importantes del 2016 las mujeres representaron sólo el 32% de los personajes hablados; el TIFF ha anunciado una meta de aumentar la participación femenina frente y detrás de las cámaras, de invertir y aupar a directoras emergentes, desarrollar una serie de conferencias sobre mujeres en la industria y otorgar recursos para profesores a fin de apoyar cursos y discusión de las mujeres en el ámbito cinematográfico. Para hacer esto realidad, es necesario conseguir 500 mil dólares canadienses durante 2017……….”


Todo este introito me retrotrae a Platón que hace dos mil años abogaba por la igualdad de los sexos, posición contraria a la de su maestro Aristóteles que se oponía a ello (No hay nada nuevo bajo el sol!).

Recibo invitación de la plana mayor del TIFF (a quien conozco) para una recepción en honor de los integrantes de la programación (a quien conozco sólo por fotos), esos zahoríes del dictamen final en la escogencia de los filmes.

Se exhibieron 339 filmes: 255 largometrajes, 84 cortometrajes de 74 países (En 2016 se exhibieron 397 filmes (296 largos y 101 cortos); se enviaron 7.299 filmes, 6.166 internacionales (6.933 en 2016) y 1133 canadienses (1.240 en el 2016); 29 filmes de habla hispana: España 13, Argentina 9, Colombia 4, Chile 3 y México 2.

En la sección “Plataforma”: filmes “cuyos directores son inventivos, sin temor a transgredir fronteras” tuvo un jurado compuesto por Chen Kaige, Wim Wenders, entre otros; En la sección “Conversando con” vinieron Javier Bardem, Gael García Bernal, Angelina Jolie y Helen Mirren.





“Yo, Tonya” de Craig Gillespie, que obtuvo el Premio del Público, apunta sobre el drama que sufrió Tonya Harding (Margot Robbie), campeona olímpica de patinaje de los EEUU cuando su ex esposo y guardaespaldas complotan para golpear a una colega del mismo equipo para evitar que participe. Un tanto larga, una vida de constante violencia doméstica donde la educación era inexistente, un lenguaje procaz a cada instante y una madre castradora que fumaba y bebía a más no poder (muy bien Allison Jarney). Tonya, al increparle a un juez por su baja puntuación, aún sabiendo que su destreza era impecable, éste le replica “la presencia y la actitud para nosotros es también importante”. Condenada de por vida a participar en cualquier competencia Harding terminó boxeando, pero sin destacarse y por poco tiempo.


Dos amigos que cortejan a la misma chica se unen a un grupo de partisanos que confrontan a los fascistas de Mussolini. Uno (Lorenzo Richelmi) es aprehendido  y presto a ser ejecutado. Y el otro, (Luce Marinelli) se apronta a liberarlo. “Arco iris: un asunto privado” de Paolo y Vittorio Taviani adolece de un guión cansino, sin columna vertebral emocional. Muchos piensan que será su último film.





Anne Wiasemsky (Stacy Martin) fue la segunda esposa de Jean Luc Godard (Louis Garrel) casándose a muy temprana edad. Hija de un príncipe ruso y nieta del Premio Nobel de literatura Francois Mauriac filma con él “La china” y bajo su égida descubre un nuevo mundo. “La Rédoutable” de Michel Hazanavicius (aquél de “El Artista”) está basado en la autobiografía de la Wiasemsky “Un año después”, donde ambos militan el activismo político del 68, que conmocionó a Francia. Louis Garrel encarna al maestro Godard con maestría, con prótesis en la nariz, hasta el hablar con seseo y sus tics faciales reflejando una personalidad celosa, arrogante, combativo, polémico e insoportable, pero un artista ante todo. El film finaliza cuando ambos se separan.






Había tanta gente que proyectaron “Reduciéndose” de Alexander Payne en dos inmensas salas. La premisa es loable: unos científicos noruegos logran reducir a las personas, animales, vegetales, cosas a su más mínima expresión. El filme es una meditación sobre las consecuencias de esta transformación que afecta a la economía, a los sentimientos. Hay muchos cabos sueltos que no se explican mientras en lontananza asoma un cataclismo climático. Matt Damon es el médico que acepta esta reducción mientras que su esposa (Kirsten Wiing) lo abandona a último momento. Payne, que nos trajo aquél memorable “Nebraska” es original en su planteamiento pero en el último tercio del film es un constante machacar, cual clase magistral (que pierde fuerza en el filme) sobre el imperativo moral de conservar el medio ambiente (Tema súper actual). Christopher Waltz sobreactúa y con su sonrisa siempre exagerada (como muletilla), apareciendo también Udo Kier, de los tiempos de Fassbinder.







Fui advertido, pero tenia que verla: “La matanza del venado sagrado” del ecléctico Yorgos Lanthimos se sostiene, desde la perspectiva de la trama, hasta la mitad; luego decae. La historia recoge ribetes de tragedia griega, con escenas de horror casi canibalescas aunque  técnicamente impecable con gloriosos (y originales) primeros planos, una narración a la altura pero con escenas poco plausibles. Colin Farrell es el médico que ocasiona la muerte a un paciente mientras lo opera, su hijo busca venganza, inflingiendo desastres a su esposa (Nicole Kidman) y a sus dos hijos. Las actuaciones son dignas de respeto. Preferí aceptar el film como una metáfora.






Un descubrimiento fue “Oh, Lucy” de Atsuko Hirayanagi, sobre una secretaria soltera, resentida con su hermana por haberle arrebatado a su novio que se enamora de un profesor de inglés en Japón  (Josh Harnett) y que la lleva a seguirlo a los EEUU al haberse involucrado con su sobrina. Una comedia con ribetes trágicos y un guión donde la sicología de sus personajes está lúcidamente resuelto.





Durante el día él y ella trabajan en un matadero; durante la noche ambos suenan con venados. "Sobre el cuerpo y el alma” de Ildiko Enyedi,  recibió el Oso de Oro en Berlín. Un film hipnótico, escenas donde vemos a los venados deambular por el bosque  y sus flirteos animales, con el desmembramiento de las vacas en el matadero para convertirlas en carne comestible tiene una correlación, con nosotros, los humanos.




Por asistir a la recepción inaugural del TIFF con la presencia del “Cirque du Soleil” me perdí “Sin amor” de Andrey Zvyaginstsev, altamente premiada. Imposible estar en todo, aunque uno quisiera ser San Antonio.



Las novelas de Ian McEwan se prestan para ser trasladadas a la pantalla. “En la playa de Chesil” de Dominic Cooke tuvo su premiere mundial en el TIFF .En el día de su matrimonio una pareja (Saoirse Ronan, Billy Howle) festejan el acontecimiento en un hotel con la playa enfrente. Momentos antes de consumar el acto sexual la tragedia irrumpe. En escenas a través el tiempo y en reverso sabemos de sus vidas. Ronan es la frígida e insegura novia con aspiraciones a crear un cuarteto de música clásica, exuda en todo momento sensibilidad y una presencia, por siempre luminosa.





Hace algún tiempo leí “Zama”, la novela culto de Antonio di Benedetto. Jamás pensé que la vería en el cine. Pues sí, Lucrecia Martel, audaz e inspirada, ajena a los vericuetos del convencionalismo tradicional en el arte de filmar nos trajo, después de una ausencia prolongada,  su muy particular “Zama”, un film mayor.

En un poblado desolado de la corona española, Diego de Zama (Daniel Giménez Cacho) es un corregidor que aguarda del Rey un traslado a otro paraje que lo aleje del tedio y de la enfermedad. Su esposa e hijos quedaron en España. El film es un estudio de una espera que nunca llega a través de un espacio temporal, plagada de crueldad y de los vicios inherentes a los humanos: codicia, celos, venganza, lascivia y para qué seguir. Una puesta en escena de atmósfera opresiva, entre selva y llano, poblado de indígenas que hablan la lengua autóctona, admirablemente dirigida y actuada. La música, curiosamente, es moderna.





En el camino para ver “Final feliz” de Michael Hanecke, presente en la sala,  me encuentro con Wim Wenders. El film de Hanecke nos trae una extensión de aquél inolvidable “Amor” pero que no le llega ni a los tobillos, sobre una familia disfuncional, un abuelo (Jean Louis Trintignant) que trata de suicidarse, una nieta de 13 que se inclina también por el suicidio y otros miembros con bemoles personales. El enfoque carece de drama y por momentos superficial.  El suicidio es casi visto como un chiste. Isabelle Huppert es la madre profesional.





En un aparte, entre una recepción y una proyección converso con Paul Stark, un cineasta canadiense que dirigió el documental “La decepción del Vaticano”, con varios años de labor investigativa sobre las revelaciones de los pastores de Fátima, una de ellas guardada con gran sigilo por los capos de la Iglesia por su implicancia mundial que anunciaría una catástrofe inimaginable y que participaría Rusia.


A los 15 minutos de comenzar la función me salí. Menos mal! Estuve una hora en fila para entrar a ver “La forma del agua” de Guillermo del Toro, sentándome en segunda fila en una sala inmensa. La espera fue fructífera y fue el mejor film que he visto en el TIFF y en 2017. ¿Por qué me salí de “Amando a Pablo”  de Fernando León de Arana? Me irritó ver a actores españoles, Javier Bardem (Pablo Escobar) y a Penélope Cruz ( Virginia Vallejo, su amante) hablando en inglés entre ellos, peor aún, cuando Escobar y sus narco compinches se comunican entre ellos en inglés, deslizando de cuando en vez una frase en colombiano paisa. No sé cuál fue el criterio del director (o productor) en adoptar esta absurda postura. Con subtítulos este cuento cambiaría.

Del film de Guillermo del Toro podrían escribirse páginas y páginas, sobre una muda (Sally Hawkins) que se enamora de un “monstruo”, descubierto en el Amazonas y cuya reciprocidad en las lides del amor es mutua. Este personaje es objeto de investigación científica en un laboratorio de Baltimore donde los rusos (estamos en la Guerra Fría) también quieren una tajada de la torta científica. Un film magnífico, poético, una extraordinaria puesta en escena, una sutil crítica social (estamos en los 60), donde el amor todo lo vence, siguiendo la máxima de Virgilio “Omnia vincit amor” León de Oro, Venecia.





Helena Bonham Carter sobresale admirablemente en “55 pasos” de Bille August sobre un caso real, el de Eleonora Riese en una batalla legal (Hillary Swank es su abogada) contra los hospitales siquiátricos que obligaban a los pacientes a tomar medicamentos contra su voluntad y con nocivos efectos secundarios en su salud.



Galardonada en Venecia. “Foxtrot” de Samuel Maoz resultó polémica en Israel pues la prensa local embistió contra el film al mostrar hechos que el ejército no quería divulgar. La historia gira alrededor de las consecuencias ocurridas sobre una familia cuando le anunciaron equivocadamente la muerte de su hijo en la guerra. Una mirada furtiva e inteligente sobre las relaciones familiares vis-á-vis al perenne entorno latente de una guerra con sus vecinos y cómo un solo hecho puede alterar la vida de los involucrados. Un film muy elogiado.






En un aparte, Hugo Chaparro Valderrama, poeta, escritor premiado, me entrega su reciente libro “Álbum del Sagrado Corazón del cinecolombiano: 100 años del largometraje en Colombia” y una sentida dedicatoria. Mil gracias, lo leeré con fruición.


ALBUM DEL SAGRADO CORAZON DEL CINE COLOMBIANO




Partiendo del partido final de tenis en Wimbledon en 1980 entre Bjon Borg y John McEnroe, el film, con el mismo nombre de Janus Metz, intersecta con flashbacks la trayectoria (y vida) de ambos astros del deporte, manteniéndonos en vilo con una narración trepidante. Este film inauguró el TIFF.





Exhibieron “Submergence” en la sala IMAX, la mayor del festival: un film menor de Wim Wenders. Un ingeniero trotamundos (James McAvoy) conoce en la ciudad de Dieppe a una biomatemática (Alicia Vikander), se enamoran, se separan por motivos profesionales, él es enviado a Somalia, ella a punto de comenzar un proyecto bajo el mar. Ambos experimentan después situaciones fuera de control. Un guión incoherente (por momentos no sabemos lo que pasa), el film se sostiene por una extraordinaria fotografía y actuaciones adecuadas. Pero, y lo demás?





“El cuadrado” de Ruben Ostlund (cuándo veré “Fuerza mayor”?) obtuvo la Palma de Oro en Cannes. Una sátira al mundo cultural, a sus integrantes, a sus financistas que no tienen la menor idea de lo que representa el arte, salvo su inversión financiera. El director de un museo en Stockholm (Claes Bang) se inclina por exhibir obras eclécticas contemporáneas, con una vida privada caótica, una serie de malos pasos involuntarios le producen, a la postre, un clímax emocional y profesional nefastos. Una mirada lúcida a nuestro mundo de convulsión con escenas alucinantes propias de Buñuel.





Con Annette Bening no hay pele: siempre a la altura. En “Las artistas de cine no mueren en Liverpool” de Paul McGuigan encarna a Gloria Grahame, (artista conocida en los 1950’s incluso con un Oscar), en los dos últimos años de su vida, enferma e infatuada con un aprendiz a actor (Jamie Bell), 20 años menor. El guión, débil, no ahonda en la vida anterior de la actriz, algo que le daría más contundencia a su personaje. Vanessa Redgrave es su madre.




“La hora más oscura” de Joe Wright repite la historia que vimos en “Dunkerke” de Christopher Nolan, la evacuación de unos 300 mil soldados británicos, rodeados por los alemanes en la costa de Francia y ayudado por pequeños botes de civiles que fueron a recogerlos. Gary Oldman es Winston Churchil, irreconocible, una de las grandes actuaciones este año, Kristin Scott Thomas es su esposa Clementine. Y Lily James, su secretaria. Elocuentes y encendidos discursos en el Parlamento británico, con sus consabidos enemigos políticos, Lord Halifax (Stephene Dillane) que proponía un diálogo con las fuerzas del Axis (Alemania e Italia) para obtener una paz. El Parlamento lo negó.





Cambodia representa para Angelina Jolie un pedazo de su corazón. Allí vivió, allí adoptó a un hijo, posee la nacionalidad de ese país y allí conoció a Loung Ung, autora del libro autobiográfico en que se basa el film “Primero mataron a mi padre” .Hay que sacarle el sombrero a la Jolie, su film es una tarea titánica y su más completo hasta ahora. Es la mirada, el recuerdo de una niña de 7 años que vivió y sufrió en carne propia los horrores el genocidio del Khmer Rouge desde que su familia fuera evacuada de Phnom Pen en abril de 1975, viviendo en condiciones infrahumanas, esclavos del ejército en un campamento. El filme, de acción continua (desplazamientos, guerras) carece de un enfoque emocional (tal vez no fuera la intención de Jolie) con lo cuál podríamos compartir las vicisitudes de la niña protagonista (Young Srey Moch Sareum).




Su ausencia fue muy sentida (la edad, la salud) y la ocasión de compartir con ella unos momentos dentro del trajín del TIFF. “Caras, lugares” de Agnes Varda (presentada fuera de concurso en Cannes, muy ovacionada y que obtuvo el Ojo de Oro), junto con J.R. ( un conocido fotógrafo), recorren  puntos únicos en Francia, entrevistando a los lugareños, con sus respectivas fotografías, ampliadas en gran formato, cubriendo con ellas muros, fábricas, objetos. Al final del film decide trasladarse a Rolle, a la casa suiza de Jean Luc Godard, su amigo de siempre, para entrevistarlo. Al llegar sólo encuentra una nota de él en la ventana, mencionando un restorán. Este mensaje la deja ambivalente en emoción, en otras palabras, la deja plantada, a pesar que ella lo considera “un filósofo solitario” y “alguien que revolucionó el cine”. Todos sabemos lo patán que puede ser Godard  (basta ver “La Rédoutable”) y con la edad, generalmente, los defectos se magnifican. “Caras, lugares” está impregnado de una nostalgia sensible y de aguda inteligencia: es la mirada de una cineasta que proyecta su gran arte.



Vi 34 filmes en el TIFF, imposible escribir sobre ellos, todos.



©Luis Sedgwick Baez
Crítico de cine. Escritor





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JOAN BAEZ: UNDER THE BOMBS - BAJO EL BOMBARDEO, Hanoi, December - Diciembre 1972 / Ed. Escritoras Unidas & Cía. Editoras, October-Octubre 2017

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BAJO EL BOMBARDEO



La famosa cantante folklórica y pacifista Joan Báez dio una charla en la Iglesia Memorial de Stanford  de Palo Alto (California, Estados Unidos) el 12 de enero de 1973, hablando de su estadía de dos semanas en Hanoi. Viajó en compañía del Brigadier General retirado Telford Taylor, el Rev. Michael Allen y Barry Romo de VVAW con el propósito de entregar más de 600 cartas dirigidas a prisioneros de guerra estadounidenses. La comitiva llegó a Vietnam del Norte el 17 de diciembre. El viaje, que fue auspiciado por el Comité de Enlace, fue interrumpido el segundo día a raíz del bombardeo más intenso que se había registrado en toda la guerra.

Aquí transcribimos parte de la charla dada en Stanford; la cinta magnetofónica original y el registro de las preguntas y respuestas que siguieron luego pueden pedirse al Institute.




BAJO EL BOMBARDEO
Hanoi, diciembre de 1972



Esta última Navidad me hicieron un regalo. Fue el regalo más bello que recibí alguna vez en mi vida, con la excepción de mi hijo. El regalo consistió en la posibilidad de compartir con el pueblo vietnamita una pequeña parte de las agonías que les venimos proporcionando durante los últimos ocho años.

Durante los once días de bombardeo navideño pude gozar del efecto del 60% de nuestros impuestos, que se canalizan hacia un eufemismo conocido con el  nombre de “Defense Departmen” (Ministerio de Defensa). Pude obtener una nueva perspectiva sobre el significado de aquel nombre.

Durante los once días que experimenté la vida en Hanoi, las cosas que sentí y vi, pensé y olí me resultaron atroces, aterrorizantes y me partían el alma; me resultaron imposibles de asimilar entonces, y aún hoy sigo sin poder asimilarlas la mayor parte del día y la mayor parte de mis horas de sueño.

Este regalo me ha hecho testigo de esta guerra, y desde ese lugar quiero contarles algunas de las cosas que vi y sentí.

Cuando llegamos a Hanoi se nos llevó  a cada uno por separado, a fin de que pudiéramos obtener la mayor información posible. Mantuve una conversación muy interesante con un hombre llamado Quat, el líder del grupo. Le dije que yo era pacifista y que de ninguna manera había viajado a su país a decirle lo que tenía que hacer; por el contrario, había viajado para averiguar, desde su punto de vista, lo que nosotros, los estadounidenses, debíamos hacer mejor. Quat se mostró muy respetuoso durante toda mi estadía en Hanoi en relación a mis opiniones e ideas; nunca me llevó a mí, ni al grupo, a ver un bombardero B-52 derribado para no correr el riesgo de herir nuestro orgullo.

La segunda noche en Hanoi estábamos en una habitación del hotel, mirando una película sobre gases tóxicos, de los que el Defense Department estadounidense afirma que no son tóxicos. Veíamos cómo unos monos echaban espuma por la boca y morían al cabo de doce segundos, y cómo pasaba lo mismo con gatos, cuando de repente escuchamos un ruido. Fue un sonido que me transportó de vuelta al cuarto grado de la escuela primaria, un sonido que ordenaba: “Métete debajo del escrito”. Sin embargo, esta vez no
había escritorio, y no estaba en cuarto grado: era real. (NdT: Se refiere a la sirena que avisa del bombardeo aéreo. Cuando ella asistía a la escuela primaria aprendió, junto con sus compañeras y compañeros, a saltar y esconderse debajo del escritorio de la sala al sonar la alarma.

Según su costumbre, los vietnamitas nos dijeron: “Ay, disculpen, es un ataque”. 

Dije: “¿Disculpar A QUIEN por el ataque?”


©1973 Joan Baez
Under the bombs - Bajo el bombardeo (fragmento)

Publicado por el  Institute for the Study of Non-Violence - Instituto para el 
Estudio de la No-Violencia
California, Estados Unidos, 1973



Edición Digital: Escritoras Unidas & Cía. Editoras, octubre 2017


















La Casa Lila, novela de viviana marcela iriart / Ed. Escritoras Unidas & Cía. Editoras, octubre 2017

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Esta historia que voy a contarles sucedió hace mucho.
En una época en que hombres y mujeres se desvivían, desolaban, revivían y morían, simbólicamente, por pasiones tan primitivas y lejanas como el amor.
Una época en que el amor se hacía cuerpo a cuerpo, sudor contra sudor, gemido sobre gemido.
Después llegó  Internet.
Y la paz a los corazones.
Y el aburrimiento.
Será por eso que mis jóvenes amigas disfrutan tanto con esta historia  y me piden una y otra vez que se las cuente.


Todo sucedió en una semana.
En apenas siete días y siete noches.
Un sábado tenía cuarenta años, el siguiente cien.
Me volví sabia.
Y esa sabiduría producto del placer, que casi siempre está ligado al dolor, porque amar también duele, no me envejeció.
Por el contrario, puso en mis ojos un brillo único y perenne, con el que todavía seduzco a las personas que prefieren los ojos humanos a los de las computadoras.
Yo nací, morí y volví a nacer en una semana.
Después de eso nunca volví a ser la misma.
Fui mejor.


Capítulo I

Fabián me habla por teléfono. Mientras lo escucho miro por el ventanal de la sala: Juan, el jardinero  de la eterna boina negra, recoge los residuos de la pirotecnia usada para despedir al año.

- ¿No le diste franco? -pregunté a Abuela al verlo, mientras desayunábamos.
- No tiene familia, almorzará con nosotros. Le dije que no hiciera nada pero ya conocés a Juan, si no hace algo se muere.

Abuela es de origen aristócrata pero anarquista. La adoro. Sus antepasados pelearon, y se destacaron, en las luchas por la Independencia y en la Campaña del Desierto,  y a punta de matar indios e indias se fueron quedando con miles de las mejores tierras de la provincia de Buenos Aires.
Abuela siempre sintió vergüenza, y por eso también la amo tanto,  por esa fortuna amasada con sangre, como si la fortuna casi siempre no se obtuviera de esa forma.
Abuela tiene chofer pero prefiere, a sus ochenta años, subirse a su bicicleta roja e ir a comprar el pan en la panadería que está en el centro del pueblo.

- ¿Para qué tenés chofer?  -le dice mi hermano maliciosamente, porque no la entiende.
- Para crear  una fuente de trabajo. ¿O vos no sabés que hay desempleo? –le responde ella con una sonrisa burlona, sin inmutarse.

Abuela tiene una hermosa cabellera ondulada, fuerte, de moderno corte, que brilla intensamente bajo el sol y en las noches se ilumina como una perla.

El cabello de Abuela, que quedó completamente cana a los cincuenta años y se negó a teñirse pese a la presión familiar y social, fue siempre motivo de conversación, porque nunca se ha visto un cabello blanco, negro, rubio, más seductor que el de ella.
Abuela lo sabe y cuando anda en su bicicleta juega a conquistar al viento, a los árboles, a los ojos que espían tras las ventanas a tan especial y adorable señora. Abuela  regresa a la casa tan feliz, con la cesta cargada de pan caliente, que los pájaros parece que cantaran sólo para ella.
Yo la visito una vez al año, por pocas semanas, y nunca me canso de admirarla con los ojos.
Abuela es hermosa porque nunca permitió que el mal se instalara en sus venas por mucho tiempo.
Abuela perdona pero no pone la otra mejilla.
Sus ojos negros, profundos, guían como faros en la noche a las almas perdidas.
Abuela es la gurú de una secta que no tiene nombre pero  sí cientos de seguidores. ¿Lo sabe ella? Cuando se lo digo ríe y su rostro adquiere la frescura  de una adolescente.
Abuela casi no tiene arrugas porque nunca supo lo que era el odio. La rabia sí, porque las mujeres no tenían derechos ni libertad en su época. El  bisabuelo la conocía bien. Junto con la herencia le dejó un testamento en el cual impedía que se despojara de sus posesiones. Abuela no se amilanó. Convirtió la estancia en una cooperativa agrícola-ganadera y en unos años duplicó la herencia de su padre: Abuela era generosa e idealista pero también una excelente empresaria y sabía que para mejorar el mundo hacía falta buena voluntad, buenas ideas, pero también dinero, mucho dinero.

Abuela es pequeña, no alcanza el metro sesenta, y es tanta su energía que cuando camina parece que avanzara en sus pies un batallón de elefantes.
Adora cocinar y prepara sabrosos platos para ella y para sus invitados, que nunca faltan a diario en su casa. Comer en su mesa es llevar a la boca los más deliciosos manjares.
Abuela no se priva de nada, come con alegría y en abundancia, bebe con placer el vino que cosechan sus nietos y en su estómago siempre hay un lugar especial reservado para los postres.


- ¿Me estás escuchando? –dice Fabián trayéndome a la realidad.
- Claro.  Me estabas hablando de una fiesta de  disfraces. ¿En casa de quién?
- No los conocés. Es un matrimonio joven que se mudó el verano pasado, cerca de la casa de tu abuela y construyeron  un chalet muy lindo de dos pisos, algo excéntrico para este pueblo en opinión de varios pobladores. Pero a mí me encanta, y ellos son divinos, estoy segura de que te van a encantar.
- ¿Cuán jóvenes?
- ¿Y esa pregunta tan extraña? Ella debe tener 30 y él un poco más.
- La que no pregunta es dueña de todas las respuestas pero también de todas las incertidumbres. Proverbio chino. – Fabián ríe porque sabe que estoy inventado-. ¿El chalet pintado de lila suave?
- Exactamente.
- Qué curioso. He pasado varias veces por allí y siempre me llamó la atención. Me preguntaba quiénes osaban desafiar de esa manera la férrea tradición del lugar.
- Bueno, ahora tenés la oportunidad de conocerlos. ¿Venís?
- Voy.



Capítulo II

Me encuentro más en los recuerdos de los otros que en mis propios recuerdos.

Quizá porque me he mudado tantas veces de casa y de país, ya no hay en mi memoria espacio para el recuerdo.

 Es por eso que cada vez que vengo me encuentro con la niña y la joven que fui y no la reconozco.

Así, de los retazos de los recuerdos de los otros, reconstruyo mi pasado.
No siempre tengo ganas de que eso suceda.

Pero los que nunca se han movido, o lo han hecho poco, tienen una obsesión por volver al pasado porque es la única forma que tienen de irse.



La Casa Lila (fragmento)
© viviana marcela iriart






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Sylvia Molloy: “Me sentiría defraudada si mi novela fuera reconocida sólo por las lesbianas” , entrevista de Patricia Kolesnicov, Clarín, 18 de noviembre de 2012 / La palabra en la boca, entrevista de Patricio Lennard, Página 12, 25 septiembre 2009

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Una entrevista íntima con la autora de "En breve cárcel", pionera de la literatura lésbica argentina. 



En Buenos Aires. Pasaron treinta años desde que salió su novela, que no pudo publicar acá./MARCELO GENLOTE



“No ha dicho una palabra desde que ella le arrojó el anillo. De pronto se incorpora como si se despertara y se desnuda. Sin mirarla se frota los ojos, se pasa la mano por el cuello, como si se acariciara. Sin mirar se acerca a ella, la desnuda y, recurriendo a las muy precisas descripciones que ella le ha brindado la hace gozar, una y otra vez. (...) La obliga, eso sí, a permanecer siempre de pie junto a la mesa, a no abandonar en ningún momento (...) la posición que adoptó cuando comenzó a hablar. (...) Intentaba fijar la mirada en algo que la sostuviera pero sólo veía, al bajar los ojos, la cabeza de Renata, la raya que exactamente en el centro del cráneo dividía un pelo que había crecido, que casi le cubría los hombros, que pronto podría llevarse atrás y dejarse caer, perezosamente, como cuando la conoció hace años”.

Esto escribió Sylvia Molloy en 1981 y le alcanzó para entrar al cuadro de los fundadores de la novela lésbica argentina. No fue un escándalo, fue un silencio: la novela no se publicó en el país y sólo circuló en fotocopias en grupos de “entendidas”. Recién en 1998, la publicó en la Argentina la editorial Simurg. Treinta años y toneladas de agua bajo el puente después del rechazo, En breve cárcel se reeditó en la Argentina, en la “Serie del recienvenido”, una prestigiosa colección que dirige Ricardo Piglia. Molloy es escritora pero además es una teórica. Viene trabajando en lo que llama “poses”: las actitudes, la ropa que se pone, los elementos que rodean a un escritor y que hacen a la manera en que son leídos. O que son, directamente, parte de la obra. En otro libro suyo que editó hace poco Eterna Cadencia, Poses de fin de siglo , Molloy se deleita con Oscar Wilde: qué significados, que irritación produce su ropa de terciopelo, su prendedor de brillantes, con los que exhibe una sexualidad. Así que estas ideas elabora Sylvia Molloy y puede creerse que con la misma agudeza mira cómo cambió desde su salida hasta esta edición lo que significa, cómo resuena, su historia de amores y abandonos entre mujeres. De todo eso habló con Clarín, durante su última visita a Buenos Aires.
–¿La publicación de “En breve cárcel” en 1981 fue un gesto político?
–Sí, se volvió un gesto político. En primer lugar, tuvo un rechazo muy fuerte dadas las circunstancias: era plena dictadura. Ninguna editorial quería publicarla, ni siquiera Sudamericana, donde yo ya había publicado, donde tenía amigos, pero eran épocas difíciles para sacar un libro que, se sentía, iba a ser percibido como subversivo.
–¿La editorial dio explicaciones?
-No. Me dijeron “este libro simplemente no se puede publicar aquí”.
–Y aparecieron las fotocopias...
–Eso sí, circulaba en fotocopia. La gente me decía que lo había leído así. Me gustó tener como una comunidad de lectores secreta, que el texto circulara, si bien no estaba en las librerías.
–¿Qué significaba esa forma de circulación?
–Encontré una comunidad, encontré –para usar el cliché que se usaba con los gays– a las “entendidas”. Eso fue muy lindo, porque en ese momento me perturbaban ciertas reseñas que salían. Que recalcaban –creo que por razones de cautela política– que el libro se había publicado en el extranjero, que yo vivía en el extranjero, es decir, que distanciaban al libro.
–¿Estar afuera posibilitó escribir el libro?
–No sé si hubiera escrito esa novela estando aquí, siempre me lo he preguntado. Posiblemente no la hubiera escrito.
–Eso de marcar al homosexual como “otro” y extranjero usted lo señala en “Poses...”.
–Claro. Cuando lo reseñaban, lo distanciaban, entonces yo me sentía un poco como una escritora extranjera. Y que estaban hablando de una traducción de un libro escrito en otro idioma, casi. La otra cosa fue una reseña siniestra, que me agradecía que no me explayara en detalles explícitos sobre esas relaciones.
–¿Y por qué no se explayó?
–Porque quería mantener en el texto una enunciación urgente y muy comprimida a la vez, muy económica. Donde el detalle físico aparece de vez en cuando, pero muy contenido.
–Es mínimo: la raya del pelo.
–Esa famosa raya; esa raya fue deliberada, no te digo que la puse para que todo el mundo se acuerde, pero era el detalle que anclaba ese episodio. Yo cuando pienso en ese episodio también pienso en la raya.
–Usted hablaba de escritura económica, y resume una escena sexual en una raya, que es también una línea.
–Esa escena es la novela entera, porque además de esa escena sexual muy contenida e intensa, es una venganza implícita y una violencia implícita.
–¿Qué pose hacía falta para ser la autora de esa novela? ¿Qué ropa? ¿Qué terciopelo?
–Era un momento muy difícil de mi vida y estaba más metida en la cueva que exhibiéndome o autofigurándome. El título me vino perfecto, estaba metida en un cuarto escribiendo. Eludía la construcción de una pose.
–Otra vez algo contenido.
–Como el texto. Estaba encerrada, rabiosa, escribiendo contra algo. Contra una traición.
–¿Personal?
–Algo personal que quería volcar en la escritura, sí.
–Aunque fuera algo personal, la novela está escrita en tercera persona. Pero es una tercera persona que se lee como primera, como cuando se ve una película subtitulada y se recuerdan los diálogos en castellano.
–No hubiera podido escribir en primera, necesito una distancia.
–¿Para qué?
–No sé, para mantener, ilusoriamente si querés, cierta autonomía del personaje. No quiero identificarme demasiado con él.
–Como cuando se habla de algo que le pasa a “un amigo” para contar algo propio. Es una tercera que esconde y muestra la primera persona.
–Sí, es una máscara que me permite inventar, me permite distorsionar. Todavía se les pide a las novelas una veracidad que yo no le quiero dar.
–Ahora hay matrimonio igualitario, las novelas homosexuales salen en editoriales grandes. ¿Cómo se lee su novela hoy?
–Me lo he preguntado. El hecho de que Ricardo Piglia la incluyera en una colección donde hay novelas olvidadas o novelas de otra época hace ver que no es una novela de closet, de “entendidas”. Siempre fue una novela para todo el mundo.
–¿Hay novelas que no son para todo el mundo?
–No, yo creo que toda la literatura es para todo el mundo.
–Aunque por su temática entrara en un pequeño ghetto...
– “En breve cárcel” se escribió en París. Cuando se publica en inglés, por la Universidad de Texas, se empieza a enseñar en universidades y ahí se empieza a leer como dentro de un movimiento: esa lectura politiza la novela. Entonces, como es la época de los estudios de género, la época de cursos sobre género, se la lee en ese contexto. Recuerdo que al comienzo a mí me irritaban ciertas preguntas que se me hacían, en coloquios. Me decían, “pero su novela no es representativa de la lucha” y yo les decía “no, mi novela es lo que es, una novela de anécdota lesbiana, pero no es una novela escrita con ese propósito”. Yo no controlo las lecturas que se hacen de lo que escribo.
–Tampoco es inocente con lo que va a ocurrir.
–No. Y me cuestionaban que terminara mal. Pero mi propósito era escribir una novela, no es una novela programática 
–Dado el cambio de contexto desde 1981, sorprende ver que la contratapa no menciona el lesbianismo.
–Será para apelar a un público más amplio, pensando que si se dice “lesbiana” u “homosexual” se va a ahuyentar lectores. También indica que un lector no muy interesado en el hecho de que fue una de las primeras novelas lésbicas encuentra algo que le gusta en la novela. Eso para mí es importante: no es una novela de minorías. Me sentiría un poco defraudada si fuera un texto sólo reconocido por lectoras lesbianas.
–Pero a la hora de escribir esa contratapa eso ya no era un riesgo, no había pasado.
–No, no pasó. Y me gusta esa flexibilidad de lectura.

©Patricia Kolesnicov
18 de noviembre de 2012
Fuente: Clarín





La palabra en la boca /entrevista de Patricio Lennard, Página 12, 25 septiembre 2009



Escritora, crítica y ensayista, el nombre de Sylvia Molloy ha funcionado por décadas casi como un guiño: es la autora de esa novela, En breve cárcel, en la que el amor lésbico enhebra la trama sin instituirse en conflicto. Ella, que en sus ensayos se ha ocupado de la autobiografía como género, devela el modo en que la ceguera de la crítica obtura lo que recién ahora empieza a nombrarse en voz alta.







”Cuando era joven –y te estoy hablando de cuarenta años atrás– había un closet tácito. Era un mundo de disimulos que se manejaba mucho más por alusión que por declaraciones. Había códigos que permitían el reconocimiento mutuo, el uso de ciertas palabras, formas de mirar, y las amistades eran muy importantes. Había una circulación secreta del deseo, que no se nombraba. No lo nombrábamos nosotras ni quienes a priori lo criticaban. Yo jamás le oí decir la palabra lesbiana a mi madre, por ejemplo. Decía ‘mujeres raras’, o ‘amores raros’, y lo ‘raro’ –bueno, lo queer– era parte de la percepción que existía entonces.”
De golpe, la palabra en inglés sale de su boca con una pronunciación perfecta, levemente arrastrada. Pero enseguida uno entiende que es mucho más que eso: Sylvia Molloy sí que sabe decirla. Sabe lo que dice cuando a los tapujos de su madre les remacha, en la misma frase, la ambivalencia de ese término en inglés que antes insultaba a los “raros”, a los maricones, y que culturalmente terminaría siendo trofeo de una conquista que excedería lo lingüístico con creces; y sabe decir esa palabra díscola, reivindicatoria, como si la suya fuera una forma definitiva de nombrarla.
No en vano Sylvia Molloy ha sido una pionera a la hora de combatir la elusión, el recato y el silenciamiento que hasta no hace mucho envolvía la homosexualidad, la literatura homosexual y la homosexualidad de ciertos escritores y escritoras, tanto en la crítica como en la historia literaria en Latinoamérica. Una empresa que llevó a cabo como la lectora lúcida que es, pero también escribiendo literatura: su novela En breve cárcel, publicada en 1981, fue una de las primeras que habló sin reticencias ni disimulos del amor entre mujeres en la literatura argentina.
Cuarenta años viviendo en los Estados Unidos y enseñando en las universidades más prestigiosas (Princeton, Yale, y actualmente New York University) han hecho de Molloy una de las voces críticas más influyentes de la escena hispanoamericana, y una pasajera en tránsito en el país donde nació y al que vuelve, al menos, una vez por año. Como ensayista publicó en 1979 Las letras de Borges, un libro que supo abrir un camino novedoso al poner bajo la lupa, además de los textos del autor de El Aleph, su figura de escritor y su mito personal en tiempos en que la “muerte del autor” aún exigía luto a gran parte de la crítica. Algo de lo que se desentendió también en Acto de presencia (editado primero en inglés y luego en español), su admirable estudio sobre la autobiografía en Hispanoamérica, cuya escritura se interpuso en el desarrollo de El común olvido, su segunda novela, que sería publicada en 2002 y en donde la ficción autobiográfica –que en la citada En breve cárcel ostentaba el filtro de una narradora en tercera persona– se encarna en un personaje homosexual: un académico argentino que vive en los Estados Unidos y que vuelve a Buenos Aires con un vago proyecto de investigación que le sirve de pretexto para encontrar un destino final para las cenizas de su madre.
“Una vez se contactó conmigo una persona que estaba escribiendo una biografía de Alejandra Pizarnik, y me dijo que sabía que en algún momento yo había estado muy cerca de ella, o algo por el estilo. Esta persona había leído mi novela En breve cárcel y estaba convencida de que la protagonista estaba basada en Pizarnik”, cuenta Molloy entre toses, maldiciendo el tiempo cambiante de Buenos Aires. “Ahí mismo me dio un ataque de furia, como si me robaran algo, y le contesté que no, quería decirle que el personaje era yo y no Pizarnik, pero me pareció una respuesta críticamente mezquina y recurrí, algo molesta, a la perífrasis. Le dije, pedantemente, que se trataba de ‘material autobiográfico mío’. Y esa situación me llevó a preguntarme de quién es en realidad la vida de uno, el relato de vida de uno mismo.”
A raíz de ese incidente, Molloy empezó a investigar casos de autobiografías escritas por otros: autobiografías por encargo y autobiografías de personajes ficticios. “Me interesé particularmente por una autobiografía escrita por un sobreviviente de Auschwitz, Benjamin Wilkomirski, que había pasado su infancia en los campos. El libro resultó espurio, porque Wilkomirski en realidad no se llamaba Wilkomirski, ni era sobreviviente del Holocausto, ni siquiera judío. Había asumido una identidad imaginaria, se construía a sí mismo –se vivía, habría que decir– como sobreviviente y se reconocía en esa construcción. Eso me llevó a preguntarme acerca de la ‘autenticidad’ del relato, de todo relato de vida. ¿Dónde reside esa autenticidad? Es demasiado fácil denunciar el fraude, decir que Wilkomirski es un impostor y que se trata de una ficción inventada de cabo a rabo, acaso por ansias de protagonismo. Toda esta reflexión personal y crítica, más el llamado de esa mujer que identificaba a la protagonista de En breve cárcel con Pizarnik y no conmigo, más estas autobiografías ‘falsas’ que empecé a desenterrar y con las que me puse a trabajar, me llevaron a empezar una novela con un protagonista al que le piden, justamente, que escriba una autobiografía de otro. En este caso, el personaje escribe por encargo la autobiografía de alguien que no tiene tiempo o no posee talento para escribirse, y lo que comienza como un trabajo por encargo, bien remunerado, con un protagonista algo sobrador que se siente superior a su sujeto, termina atrapando al ‘falso’ autobiógrafo, se vuelve fuente de conflicto y, sobre todo, de resentimiento. No te voy a decir cómo termina la historia porque ni yo misma estoy segura de ello.”

Decirlo y no decirlo

Ese libro que Molloy adelanta en la conversación es un ejemplo de cómo sus preocupaciones teóricas y sus preocupaciones ficcionales casi siempre se cruzan. De ahí que autobiografía y género, homosexualidad y autoficción sean asuntos en los que han perseverado tanto la crítica como la narradora. En breve cárcel, cuya trama gira en torno de un triángulo amoroso de carácter lésbico, fue el primer paso en ese sentido. “La novela salió en plena dictadura, pero no salió en la Argentina porque un par de editoriales de aquí, que tenían interés en la novela, prefirieron pasar y no publicarla”, dice Molloy con aire cansado porque se ve que ya lo dijo antes. “Salió en España por Seix Barral y tardó en llegar aquí, y cuando llegó y la reseñaron se habló bien, pero eludiendo la anécdota lésbica o traduciéndola en términos literarios. Hubo una reseña que decía: ‘La novela trata un tema que tiene prestigiosos antecedentes literarios, desde Safo hasta Lawrence Durrell’, con lo cual reducían la anécdota a una temática y justificaban la novela dentro de una ‘tradición’, pero no comentaban la novela en sí. Otra reseña, recuerdo, me agradecía que no cayera en detalles, no decía pornográficos, pero casi. Apreciaba la discreción con la que trataba el tema; discreción que era problema del crítico y no mío, obviamente.”
Molloy asegura que mientras escribía esa novela no estaba al tanto de la existencia de ningún texto que hubiera hablado del amor entre mujeres de manera tan abierta en la literatura argentina. Aunque por las dudas se ataja y admite la posibilidad de estar cometiendo una gran injusticia al no acordarse de alguna precursora. Pero ¿hasta qué punto el lesbianismo de En breve cárcel rompía con el horizonte de expectativas de la literatura de esos años? “Creo que sí rompía, porque lo lesbiano no aparecía como secreto, ni como patología, ni como algo que se disimula, ni siquiera como fuente de oprobio o de vergüenza, sino como algo que está ahí y de lo que se habla con total naturalidad. La anécdota lesbiana no buscaba llamar la atención sobre sí, ni para escandalizar ni para justificarse, y quizá fuera eso lo que perturbaba. De ahí las reseñas confusas, porque no sabían cómo tomar el texto. Te cuento una anécdota para darte una idea. A los dos o tres años de publicada la novela, en un congreso de literatura, una persona a quien yo conocía bien se me acercó y me dijo que iba a hablar en su ponencia de En breve cárcel y si me molestaba que usara la palabra ‘lesbiana’. Le aseguré que no y fui a escucharla. Ante mi gran sorpresa, no pronunció la palabra ‘lesbiana’ una sola vez. Entonces pensé que se trataba de una maniobra bastante perversa para quedar bien conmigo, una suerte de ‘yo sé de qué se trata y al pedirte permiso te lo hago saber, para que veas que estamos en la misma onda, pero en el momento de leer no digo la palabra en público porque total para qué, si lo importante es que yo sé y vos sabés que yo sé’. Una manera de volver al closet un texto que no se pretendía secreto.”

El mensaje cifrado

Ese pudor de la crítica, ese recato en torno de la homosexualidad que no se origina en los textos sino en los modos de leer y que invita a reflexionar sobre los prejuicios que todavía hoy existen (también) en contextos académicos, en donde se les suele endilgar a los estudios queer un estatuto sectario (después de todo, ¿cuántos son los heterosexuales que realmente se interesan por este tipo de estudios?), habla a las claras de la necesidad de cuestionar una historia de la literatura que durante mucho tiempo ha eludido llamar las cosas por su nombre. “Por eso creo que el trabajo desde el género, desde lo queer, tiene que buscar otras estrategias, porque efectivamente se puede reducir al gueto”, opina Molloy. “El género es una categoría crítica y desde todas las inflexiones del género se puede inquirir otros discursos. Dejar el género de lado es cerrarse a una flexión crítica más, y en ese sentido creo que hay que desautoguetizarse para mostrar la utilidad del género como categoría, para romper con lecturas canónicas y desestabilizarlas.”
Un aporte importante a la causa ha sido Hispanisms and Homosexualities, una compilación de ensayos publicada en 1998, que Molloy realizó junto con Robert Irwin y que increíblemente (o no tanto) aún no ha sido traducido. Allí se incluye un iluminador ensayo que Molloy publicó originalmente en español, “La política de la pose”, en donde a partir de la figura de Oscar Wilde reflexiona sobre la constitución de un campo de visibilidad en donde lo “raro” opera como marco de referencia para eso que por primera vez se deja ver en Wilde deliberadamente. “Me interesaba trabajar esa calculada visibilidad de Wilde como un desafío crítico, un acto si se quiere heroico, es decir, un poner el cuerpo para provocar un reconocimiento, para obligar al espectador a nombrar esa diferencia que sabe que existe pero que sólo nombra por ausencia, por lo que no es. En ese sentido, la crónica de Martí sobre Oscar Wilde, cuando asiste a la conferencia que da en Nueva York, es sintomática. Martí ve a Wilde, ve su elaborado atuendo, su peinado, ve su afectación y le cuesta comprender simultáneamente el espectáculo que es Wilde –esa pose– y sus palabras. Martí admira a Wilde, admira el modernismo literario de Wilde, pero el otro mensaje, el que está cifrado en su persona, obstaculiza su comprensión, le molesta porque no lo puede dejar de lado.”
Ese interés de Molloy por la figura de Wilde también lo tiene Daniel, protagonista de su novela El común olvido, quien en un momento habla de su deseo frustrado de investigar sobre cómo la prensa argentina de la época se refirió al proceso que se le siguió a Wilde en Gran Bretaña. ¿Es autobiográfica esa anécdota? “Vagamente lo es –admite Molloy–. Hubo un tiempo en que me dediqué a leer diarios de la época, sobre todo La Nación, pero las referencias eran mínimas. En cambio sí encontré datos interesantes sobre los escándalos en la Corte imperial alemana, el famoso asunto de Eulenberg y Moltke, homosexuales allegados al Kaiser, y un poco más tarde el caso Krupp en Capri. En este último, el relato de La Nación era notable porque se decía en descargo de Krupp, acusado de orgías, que éstas eran acusaciones falsas porque en sus fiestas las únicas mujeres presentes eran sirvientas y que las famosas fiestas eran amables reuniones de hombres que discurrían con sus sobrinos. Es decir, no hay orgía porque no hay mujeres, sólo hombres maduros con hombres más jóvenes que son, simplemente, sobrinos. El borrado, el ‘no querer saber’ de la prensa es aquí increíble.”

Recortes

Pero si de ciegos que no quieren ver se trata, la anécdota que tiene Molloy sobre la escritora venezolana Teresa de la Parra no tiene desperdicio. “Yo he trabajado bastante sobre Teresa de la Parra, escritora venezolana muy importante, desde el punto de vista del género, y acaso por eso mismo mal leída. Teresa de la Parra tiene dos novelas notables, la primera, Ifigenia, y la otra, más conocida, Memorias de Mamá Blanca. En las dos se entretejen temas que permiten configurar una sexualidad no dicha, temas como la amistad apasionada entre mujeres, la necesidad de exiliarse de una sociedad donde uno no cabe, la estulticia de la burguesía caraqueña, el sacrificio individual en nombre de un deber de clase, y siempre, por encima de todo, la insinuación de un secreto que nunca se revela. Cuando fui a Caracas a trabajar sobre sus manuscritos, muchos de los cuales están en la Biblioteca Nacional, visité a Velia Bosch, crítica venezolana a cuyo cuidado estuvo la obra de Parra y que, por eso mismo, se considera un poco dueña de la escritora. Sin embargo, basta cotejar la edición que hizo de los Diarios de Parra con los originales para comprobar que están totalmente recortados. Teresa de la Parra murió de tuberculosis en Madrid en 1936 y su pareja, la antropóloga y escritora cubana Lydia Cabrera, la acompaña hasta el final. Ambas están en España y en los Diarios, suponte, en un momento dice Parra: ‘Hoy Lydia fue a la ópera y cuando volvió se acostó en mi cama y hablamos de Tristán e Isolda’. Comparando, ves que en la edición de los Diarios que hace Bosch falta ‘en mi cama’. Entonces te das cuenta de la lectura voyeurística que hizo esta mujer, porque dudo mucho de que, en ese contexto, ‘en mi cama’ quiera decir otra cosa que acostarse junto a la compañera enferma. Pero el miedo, el pánico de esta crítica la lleva a sobreleer y a hacer recortes como éste, nimios pero significativos. Cuando me encontré con Velia Bosch, sabiendo acaso que si ella no sacaba el tema lo iba a hacer yo misma, me dijo: ‘Se habla mucho de la homosexualidad de Teresa de la Parra, pero francamente yo no creo para nada en eso. Las mujeres somos muy afectuosas. El gran amor de su vida fue Gonzalo Zaldumbide. Y su relación con Lydia Cabrera... bueno, ellas eran muy amigas’. Incluso, Bosch me llegó a decir que le había dicho a la propia Lydia Cabrera que se equivocaba en lo referido a la supuesta homosexualidad de Teresa. ¡A la mujer que había sido su pareja! ‘No, Lydia, tú te equivocas. Teresa no era así.’ Una escena de una ridiculez lamentable.”
¿Y con Pizarnik no ocurrió algo parecido? “También hay cortes considerables en los diarios y en las cartas de Pizarnik –asiente Molloy–. Y puede decirse que esos textos expurgados de Pizarnik son y no son de ella, porque son también de la persona que los expurgó y que quiso, al expurgarlos, corregirlos para que no quedara a la vista una imagen que no se adecuaba a lo que esa persona quería que se pensara de Pizarnik. Pero Pizarnik no participó en esa construcción de su imagen. Ahí hay un problema de lecturas hegemónicas, que quieren imponerse, versus lecturas que quieren ver el texto tal como fue escrito. Y si bien ha habido cierta tendencia a considerar innecesaria la publicación sin censura de todo lo que un autor escribió, está claro que tanto en el caso de Teresa de la Parra como en el de Pizarnik lo que está en juego es otra cosa.”

Los zapatos rojos

¿Cómo suena la palabra “lesbiana” en la voz de Sylvia Molloy? ¿De qué modo se podría atrapar por escrito la dulce convicción con que la dice? ¿Y cómo habrá sonado en la voz de esa muchacha que descubría, en su adolescencia, el deseo que ella nombra? ¿Qué habrá sentido al decirse a sí misma, por primera vez, el nombre de aquello que callaba su nombre? “Cuando alguien es homosexual muy pronto intuye que es diferente y va trabajando esa diferencia como puede”, dice Molloy. “A veces es un descubrimiento lento y hay quienes, al principio, no pueden ponerle nombre. En mi caso, no sucedió en mi infancia sino mucho más tarde, al final de mi adolescencia. Sin duda el viaje que hice a Francia para estudiar Letras, cuando tenía veinte años, tuvo mucho que ver porque los viajes, en general, precipitan descubrimientos, revelaciones. Y así como ese viaje precipitó en mí la certeza de que quería escribir, también coincidió con mi iniciación sexual y la aceptación de mi diferencia. Obviamente salir del ámbito familiar favoreció esta aceptación, eso es innegable. Viajar te desfamiliariza y muchas veces te permite una mirada nueva, incluso sobre tu propio pasado. En París me di cuenta de que había estado enamorada de una profesora de francés que me había iniciado en la literatura francesa en Buenos Aires. Hasta entonces, yo había querido ver el endiosamiento que sentía por esa mujer como un endiosamiento literario, pero cuando fui a Francia y estuve sola caí en la cuenta de que había estado enamorada. Curiosamente, cuando todavía estaba en Buenos Aires, yo usaba lo literario para cimentar el afecto que sentía por ella, y así me aprendía de memoria textos que ella dictaba en clase. Todavía me sé tiradas enteras de Racine, sobre todo de Fedra, que aprendí con ella. Recitarme esos textos era como convocar una escena homoerótica, pero sin nombrarla.”
También hubo otras lecturas, más específicas, que en la Sylvia adolescente influyeron en ese proceso. “Antes de irme a París, el escritor que posiblemente más me marcó en ese sentido fue Gide, a quien leí con esa profesora. Como yo era muy moralista –moralista en el sentido ético, pero no pacata– me atraía ese lado de Gide, esa niñez protestante con la que me identificaba. Eso significaba vivir sin tapujos y, a la vez, atender a una ética. Aun cuando no podía ponerle un nombre a mi deseo reconocía el de Gide, y eso me permitía reconocerme por interpósita persona. Había una frase suya que aún recuerdo porque me parecía resumir un posible itinerario: Il faut toujours suivre sa pente, pourvu que ce soit en montant, que torpemente podría traducirse como ‘uno siempre debe seguir su inclinación, mientras sea en ascenso’. En este sentido, la lectura de Gide me fue inmensamente útil, pero no puedo decir que me haya marcado mucho en lo literario. Con Proust la cosa fue distinta. Leer el pasaje de En busca del tiempo perdido en donde la duquesa de Guermantes no tiene tiempo de escuchar la noticia de que su amigo Swann se está muriendo pero sí, a pedido de su marido, de ir a cambiarse los zapatos negros por los rojos, me volvió indispensable todo Proust, sin el cual posiblemente no hubiera pensado en escribir ficción. Esos pequeños detalles –patéticos, perversos– son como disparadores de relatos. Sirven.”

¿Y de qué modo le sirvió haberse ido y no haber vuelto a vivir en la Argentina?

–El mío es el lugar del que vuelve a su país y siente que pertenece y a la vez no pertenece porque, esencialmente, el haberse ido lo pone, para siempre, en otra parte.

©Patricio Lennard
25 septiembre 2009

Fuente: Página 12












Joan Baez: "Federated Indians of Graton Rancheria Donate Paintings from Joan Baez’s Debut Art Exhibit of Social Justice Leaders 'Mischief Makers'"/ by Sonoma State University, photos by Will Bucquoy, October 2, 2017

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SSU presidente Judy Sakaki with artista Joan Baez and her painting of Martin Luther King, Jr. /photos by Will Bucquoy


SSU presidente Judy Sakaki and FIGR Tribal Chairman Greg Sarris admire a  self-portrait by Joan Baez


A collection of 14 portraits painted by singer and activist Joan Baez and inspired by a diverse group of architects of social change has been donated by the Federated Indians of Graton Rancheria to Sonoma State University in commemoration of the university’s historic commitment to civil rights and social justice.
The portraits include civil rights leaders Martin Luther King, Jr. and John Lewis, Pakistani education activist Malala Yousafzai and other well-known friends and figures Baez affectionately calls “Mischief Makers.”
That’s also the title of her first art exhibition that has made one stop at the Seager/Gray Gallery in Mill Valley through September before most of the paintings find their permanent home at Sonoma State.
“I met Joan a while back, saw the paintings and I was so moved by them,” said Greg Sarris, chairman of the tribe that owns and operates the Graton Resort and Casino near Rohnert Park. Sarris also holds the Graton Rancheria Endowed Chair in Writing and Native American Studies at Sonoma State.
“At the same time, I had been talking to President Sakaki about creation of a Social Justice Learning Center. It all came together that the Tribe could purchase the paintings of all these social justice heroes and donate them to the University to be archived permanently in the forthcoming center. I immediately went to work with my Tribal Council, and with their approval and with the support of the artist herself, we decided to make a purchase and donation for Sonoma State University. I can’t think of a better place for these paintings to be archived all in one place forever.”
Sonoma State President Judy K. Sakaki, who has made social justice a theme of her presidency since taking the job in July 2016, said the paintings will be temporarily displayed at the university’s Green Music Center, where Baez will visit on Oct. 26 at a private fundraising event for the University.
Tickets are $300, with proceeds going to help the campus create the center Sarris and Sakaki have envisioned. Information about how to secure tickets can be found at gmc.sonoma.edu.
Members of the general public can also view the paintings at two public showings scheduled for Saturday, Oct. 28, 4–7 p.m. and Thursday, Nov. 2, 10:30 a.m. – 1 p.m. They will also be available for viewing during performances at Weill Hall through Nov. 13. 
“Dr. Sarris and the Federated Indians of Graton Rancheria have provided tremendous support for the university and we are grateful,” Sakaki said. “These striking portraits of political activists known for their devotion to social justice are a wonderful addition to our campus."
“The fact that they were painted by such an iconic and beloved performer and activist at a time when so much attention is being paid to social justice issues makes the gift even more impactful and relevant for our campus and for our students.”
Baez said she was delighted that her paintings will have a permanent home at Sonoma State.
“The fate of my first art exhibit, ‘Mischief Makers,’ has developed into a high point of my adult life,” she said. “Painting each of the portraits was a joy for me, and I could never have predicted their eventual home. The fact that the collection of paintings was purchased en masse by the Federated Indians of Graton Rancheria and donated to Sonoma State's Social Justice Learning Center is nothing short of a miracle. I am grateful to all whose efforts created this perfect storm and look forward to seeing the exhibit in its new and meaningful context.”
Sonoma State has a long history promoting social justice and regularly involves students, faculty, staff and members of the community in such events as the yearly student-organized Social Justice Week, the H. Andrea Neves and Barton Evans Endowment Lecture Series held each spring and an annual Holocaust Lecture Series sponsored by the university’s 30-year-old Center for the Study of the Holocaust and Genocide.
Social justice is also a priority for Sarris. Under his leadership, the Federated Indians of Graton Rancheria has been promoting regional economic development, education, social services, and environmental sustainability for the tribe and other under-represented groups in Sonoma and Napa Counties.
Baez, whom Rolling Stone magazine called an “internationally known voice of the counterculture during the early Sixties,” has enjoyed a long and successful career as a singer and political activist. She was inducted into the Rock and Roll Hall of Fame last April, delivering a rousing speech at the time calling for greater social justice in America and throughout the world. Her fellow iconic singer, Bob Dylan, whose portrait is among those in the collection going to Sonoma State, has called her the “queen of folk music, now and then.”
In media materials prepared for her exhibit at the Seager/Gray Gallery, Baez made it clear that her paintings—like so much of her music over the decades—were designed to make a strong, and unambiguous political statement.
“In an attempt to confront the collapse and disintegration of morality being played out for us day after day, I painted portraits of people, most of whom I have known personally, who, with tenacity and courage, risk taking and resilience have made another kind of social change,” she said. “Through direct action and a willingness to accept suffering but never to inflict it, they have confronted pernicious bodies of power. Some have taken life-threatening risks, others have suffered discomfort, humiliation, separation from and fear for friends and family. All have rejected violence as their means to an end.”
The 76-year-old Baez has been painting and drawing for years, but she’s been spending more time working on her art of late after cutting back on her busy touring schedule.
The portrait collection donated to Sonoma State also includes Baez’ acrylic-on-canvas paintings of Dolores Huerta, who co-founded the United Farmworkers; author Maya Angelou; Singer and activist Harry Belafonte; two portraits of Aung San Suu Kyi, the Nobel Peace Prize winning pro- Democracy activist in Burma; Vaclav Havel, who was the first president of the Czech Republic after communism fell there in 1989; Marilyn Youngbird, an internationally renowned Native American teacher, healer and political activist; Ram Dass, an influential author and spiritual leader; David Harris, who was once married to Baez and served time in prison for resisting the Vietnam War draft; and William Barber, a North Carolina pastor and civil rights leader.


The Federated Indians of Graton Rancheria were restored as a federally recognized tribe in 2000. The nearly 1,400-member tribe consists of both Coast Miwok and Southern Pomo people. Their tribal ancestors existed for thousands of years in what is now Marin and Southern Sonoma counties. Under the leadership of its Tribal Chairman, Greg Sarris, the tribe is the owner of Graton Resort & Casino.

Founded in 1961 as a teacher education center for the North Bay, Sonoma State University is now a liberal arts and sciences university dedicated to providing high-quality undergraduate education and professional graduate programs to its 9,400 students. Dedicated to the liberal arts and sciences and known for its active use of technology, the SSU educational experience fosters intellectual, cognitive, social and personal growth. The faculty and staff of Sonoma State provide close mentoring relationships and an education that fosters ethical exploration, civic engagement, social responsibility, and global awareness combined with a solid foundation in an academic discipline. Sonoma State is the home of the Green Music Center and Weill Hall and is part of the 23-campus California State University system.


Sonoma State University
Photos by Will Bucquoy
October 2, 2017





Pablo Neruda: Confieso que violé a una mujer… y no me arrepiento/ por viviana marcela iriart, 27 de octubre de 2017 / “Confieso que he vivido”, Pablo Neruda, Ed. Seix Barral, 2017

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“Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible”



 

La víctima fue su joven empleada doméstica, de la casta de los parias, cuando Neruda era diplomático en Ceilán (actualmente Sri Lanka). La víctima tuvo que seguir trabajando para su victimario después del ataque sexual.

Neruda llama a la violación sexual “experiencia” en su autobiografía Confieso que he vivido (pág. 103 en Seix Barral, 2017;  pág. 132 en Losada, 1974).






“Mi solitario y aislado bungalow estaba lejos de toda urbanización. Cuando yo lo alquilé traté de saber en dónde se hallaba el excusado que no se veía por ninguna parte. En efecto, quedaba muy lejos de la ducha; hacia el fondo de la casa.

Lo examiné con curiosidad. Era una caja de madera con un agujero al centro, muy similar al artefacto que conocí en mi infancia campesina, en mi país. Pero los nuestros se situaban sobre un pozo profundo o sobre una corriente de agua. Aquí el depósito era un simple cubo de metal bajo el agujero redondo.

El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido. Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba.

Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes. Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa. Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado. Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia.”


Confieso que he vivido (pág. 103)
Ed. Seix Barral

(Fuente del fragmento: Libros Maravillosos)






Cuando en 1978 edité la revista de cultura subterránea Machu Picchu  y publiqué en cada número un fragmento del poema Canto General de Pablo Neruda yo no sabía, porque no había leído el libro, que el Premio Nobel de Literatura había violado sexualmente a una mujer y lo contaba sin arrepentimiento en su autobiografía.

Ahora leí el libro y lo sé. Estoy indignada. Asqueada. Desilusionada.

Quisiera borrar sus versos de mi revista pero no puedo.
Lo único que puedo hacer es publicar su confesión.

Parafraseando a Oriana Fallaci: pobre Nobel, pobre Literatura, pobre humanidad.




Carlos Giménez y "La Muerte de García Lorca": "Apuntes para una puesta en escena", Caracas, 1979 / Rajatabla 20 años, de Blanca Sánchez y David Rojas, Ed. Monte Avila -Presidencia de la República de Venezuela, 1991

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Rosa Montero gana  el Premio Nacional de las Letras de España: "El sentido de escribir es buscar el sentido de la existencia" / Infobae, 14 de noviembre de 2017



Periodista, ensayista y creadora de varias novelas que forman parte de la colección de cientos de bibliotecas en el mundo, la autora española fue una vez más galardonada por su trayectoria, profesionalismo y creatividad







"El sentido de escribir es buscar el sentido de la existencia". Puede parecer una frase más, una entre las miles que se encuentran en La Carne, de la autora española Rosa Montero, pero de alguna manera sintetiza cómo vive la literatura y cuál fue el "fuego" que la llevó, en las últimas horas, a convertirse en la ganadora de Premio Nacional de las Letras Españolas, galardón que reconoce la trascendencia de los autores y sus obras literarias.

"Su larga trayectoria novelística, periodística y ensayística, en la que ha demostrado brillantes actitudes literarias, y por la creación de un universo personal, cuya temática refleja sus compromisos vitales y existenciales, que ha sido calificado como la ética de la esperanza", señaló el comunicado del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España en relación a la labor de la autora.

Nacida en la bella y cosmopolita ciudad de Madrid en el año 1951, se graduó en la Escuela Superior de Periodismo de Madrid (1970-1975) y estudió por lo menos cuatro cursos de Psicología en la Universidad Complutense (1969-1972). Su pasión por la narración elaborada la llevó a escribir para grupos de teatro independiente, y fue dentro de este inusual contexto en el que en 1970 tuvo una importante participación de la reconocida obra Castañuela 70, un espectáculo teatral relacionado con la revista musical y el teatro bufo con una clara intención de protesta y parodia popular, una expresión muy relacionada, por oposición, que se desarrolló en los últimos años de la dictadura franquista.


Su labor como periodista no es menor ni reducida. Formó parte del staff de importantes medios nacionales y mundiales como Fotogramas, Pueblo o Hermano Lobo, y en la actualidad de El País, para el cual participa de manera periódica, aunque fue redactora jefa del suplemento dominical entre los años 1980-1981. A lo largo de su vida realizó más de 2.000 entrevistas a destacadas y célebres personalidades como Ayatolá Jomeini, Yassir Arafat, Olof Palme, Indira Gandhi, Richard Nixon, Julio Cortázar o Malala, entre otras. Su especial técnica como entrevistadora es estudiada en las universidades de periodismo tanto en España como también en Latinoamérica.




Su trayectoria es sin dudas una verdadera pieza valiosa por el mundo de la literatura y las artes en general. En 1980 fue seleccionada como la merecedora del Premio Nacional de Periodismo para reportajes y artículos literarios y, en 2005 fue reconocida por la Asociación de la Prensa de Madrid en relación a su vasta trayectoria profesional. Algunas de sus obras fueron traducidas a más de veinte idiomas y hoy recorren las librerías de cientos de países del mundo que aprecian su capacidad narrativa y literaria.


Entre las novelas que ha publicado están: 

Crónica del desamor (1979)
La función Delta (1981)
Te trataré como a una reina (1983)
Amado amo (1988)
Temblor (1990)
Bella y oscura (1993)
La hija del caníbal (Premio Primavera de Novela en 1997)
El corazón del Tártaro (2001)
La loca de la casa (2003): Premio Qué Leer 2004 al mejor libro del año; Premio Grinzane Cavour al mejor libro extranjero publicado en Italia en 2005 y Premio Roman Primeur 2006, Francia
Historia del rey transparente (2005):  Premio Qué Leer 2005 al mejor libro del año y Premio Mandarache 2007
Instrucciones para salvar el mundo (2008)
Lágrimas en la lluvia (2011) 
La ridícula idea de no volver a verte (2013): Premio de la Crítica de Madrid 2014
La Carne (2016)

También ha publicado el libro de relatos Amantes y enemigos (1998; Premio Círculo de Críticos de Chile 1999) y dos ensayos biográficos, Historias de mujeres (1995) y Pasiones (1999), así como cuentos para niños y recopilaciones de entrevistas y artículos.



Con una fina tendencia feminista y con un fuerte arraigo cultural a una sociedad española que la vio crecer como profesional en sus diversas áreas, Rosa Montero fue unas de las primeras en anunciar su tan esperado reconocimiento. Tras comunicarlo en su cuenta de Twitter, aseguró estar sumamente agradecida por el inesperado acontecimiento. Será una futura inspiración para continuar con la creación de frases reflexivas que formarán parte de la historia de cada uno de los lectores que deciden hundirse en las profundidades de sus textos.

Fuente: Infoabe



Rosa Montero: Página web / Twitter Facebook
















Mario Vargas Llosa defiende a las mujeres: "Eufemismos que esconden el abuso sexual" / Washington,20 de noviembre de 2017, La Nación , El País

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No alcanza con hablar de "conductas impropias" cuando se habla de hechos aberrantes que hoy comprometen a célebres figuras del espectáculo y la política


Depredadores sexuales


"A lo largo de muchos siglos, las mujeres 
han sido víctimas por el simple hecho de 
ser mujeres (...)  Por fin las cosas 
comienzan a cambiar."



Víctimas de depredadores sexuales




Washington D.C.- Desde que llegué a Estados Unidos hace una semana veo en los diarios y los programas de noticias en la televisión usar el delicado eufemismo "conducta impropia" para los abusos sexuales de todo orden cometidos por productores, artistas, políticos, a quienes el testimonio de sus víctimas está llevando a la ruina económica, el desprestigio social y podría incluso sepultar en la cárcel.
Inició esta estampida el caso de Harvey Weinstein, eminente y multimillonario productor de cine, ganador de todos los premios habidos y por haber, a quien cerca de medio centenar de mujeres, muchas de ellas jóvenes actrices que trataban de abrirse camino en Hollywood, han acusado de aprovecharse de su poderío en esta industria para violarlas o someterlas a prácticas indignas. Cuando algunas de sus víctimas lo amenazaban con denunciarlo, el magnate libidinoso usaba a sus abogados para aplacarlas con sumas de dinero a veces muy elevadas. Ahora, Weinstein se ha refugiado en una clínica de Escocia para seguir un tratamiento destinado a enflaquecerle la desmedida libido, pero la policía y los fiscales de Nueva York han anunciado que a su vuelta será detenido y juzgado. Entre tanto lo han expulsado de sinnúmero de asociaciones, le han pedido que devuelva muchos premios y, según la prensa, su ruina económica es ya un hecho
Parecida desventura ha vivido el actor Kevin Spacey, el malvado presidente de House of Cards, Frank Underwood, y ex director del Old Vic de Londres, que acosaba y manoseaba a los muchachos que se ponían a su alcance. Más de diez denuncias de actores o colaboradores de sus montajes teatrales, a quienes abusó, lo han puesto en la picota. Netflix ha cancelado aquella exitosa serie, lo han expulsado de sindicatos y colegios profesionales, le han retirado premios, anulado contratos y se cierne sobre su cabeza una lluvia de denuncias judiciales que podrían arruinarlo económicamente. Él también, como Weinstein, está ahora en aquella clínica escocesa que sosiega las libidos desorbitadas. Otros actores famosos, como Dustin Hoffman, asoman en estos días entre los famosos de "conducta impropia".





Un interesante debate ha surgido con motivo de estas denuncias y revelaciones auspiciadas por muchas asociaciones feministas y defensoras de derechos humanos. ¿La celebridad es atenuante o agravante de la falta cometida? Se cita el caso de Roman Polanski, el gran director de cine polaco que, hace varias decenas de años, drogó y violó a una niña de trece años en una casa de Hollywood -que le prestó otro famoso actor, Jack Nicholson-, a la que había citado allí con el pretexto de fotografiarla para una película. Descubierto, huyó a Francia -que no tiene acuerdo de extradición con los Estados Unidos-, donde ha proseguido una muy exitosa carrera de director de cine, coronada por muchos premios y celebrada por los críticos, muchos de los cuales censuran a la justicia norteamericana por perseguir con su vindicta, después de años, a tan celebérrimo creador.

Protesta contra los abusos sexuales en un homenaje reciente a
Polanski en París.  FOTO: GETTY

Yo, por mi parte, creo que no hay que mezclar el agua con el aceite y que uno puede aplaudir y gozar de las buenas películas del cineasta polaco y desear al mismo tiempo que la justicia de Estados Unidos persiga al prófugo que, además de cometer un delito horrendo como fue drogar y violar a una niña abusando del prestigio y poder que le había ganado su talento, huyó cobardemente de su responsabilidad, como si hacer buenas películas le concediera un estatuto especial y le permitiera los desafueros por los que se sanciona a todos los demás, esos seres anónimos sin cara y sin gloria que es el resto de la humanidad. Se puede ser un gran creador, como Louis-Ferdinand Céline o como el marqués de Sade, o como el propio Polanski, y una inmundicia humana que atropella y maltrata al prójimo creyendo que su talento lo exonera de respetar las leyes y la conducta que se exige a la "gente del común". Pero también es verdad que, a veces, el ser muy conocido y figurar mucho en la prensa despierta un curioso rencor, un resentimiento envidioso que puede llevar a ciertos jueces o policías a encarnizarse particularmente contra aquellos a los que, pillados en falta, se puede humillar y castigar con más dureza que al común de los mortales.

Uno puede aplaudir las películas de Polanski y desear al mismo tiempo que la justicia le persiga

Por eso mismo, el talento y/o la celebridad, que, no está de más recordarlo, no van siempre juntas, debería exigir una prudencia mucho mayor en la conducta de aquellos que, con justicia o sin ella, merecen o simplemente han logrado ser ensalzados y admirados por la opinión pública. Es un asunto delicado y difícil porque la popularidad ciega muy rápidamente a aquellos a quienes favorece -la vanidad humana, ya sabemos, no tiene límites- y les hace creer que de este privilegio se derivan también otros, como una moral y unas leyes que no le conciernen ni deben aplicársele del mismo modo que a esa colectividad anónima, hecha de bultos más que de seres humanos específicos, que los admira y quiere y debería por lo tanto perdonarles los excesos. La verdad es que ocurre lo contrario. Esos seres semidivinos, adorados ayer, mañana están por las patas de los caballos y la gente los desprecia con el mismo apasionamiento con que la víspera los envidiaba y adoraba.

Hace unas pocas horas escuché, en la televisión, a una señora que hace 40 años, cuando tenía l4 años, era camarera en un pueblecito de Alabama. Un cliente, que era juez y tenía 34 años -se llama Roy Moore-, se ofreció a llevarla a su casa en su auto. Ella aceptó. En el vehículo, el amable caballero se volvió una bestia, cogió la mano de la niña y la obligó a masturbarlo, explicándole que, si se atrevía luego a protestar y a denunciarlo, nadie le creería, precisamente porque él era un juez y un ciudadano muy respetado en la localidad. La jovencita nunca se atrevió a contar aquella historia, hasta ahora; pero no la olvidó y decía, sin atreverse a levantar los ojos, que había sido como un gusano que día y noche había vivido con ella royéndole la vida. Ahora, aquel juez es nada menos que el candidato a senador por el Partido Republicano en Alabama y por lo menos cinco mujeres han ido a la televisión a recordar abusos parecidos que padecieron en su juventud o niñez de aquel desaforado juez. Por lo menos en este caso parece que aquellos delitos no quedarán impunes. El propio Partido Republicano le ha pedido al ex juez que renuncie a su candidatura y, si no lo hace, las encuestas pronostican que perdería la elección.


En muchas partes del mundo la condición de la mujer
sigue siendo muy inferior
a la del hombre

A lo largo de muchos siglos, las mujeres, prácticamente en todas las culturas, han sido víctimas por el simple hecho de ser mujeres, un sexo que, en algunos casos, por cuestiones religiosas, y, en otros, por su debilidad física frente al hombre, eran las víctimas naturales de la discriminación, la marginación y la "conducta impropia" de los hombres, sobre todo en materia sexual. Por fin las cosas comienzan a cambiar, sobre todo en el mundo occidental, aunque en muchas partes de él, como América latina, la condición de la mujer siga siendo todavía, por el machismo reinante, muy inferior a la del hombre. En otros mundos, por ejemplo en el musulmán o el africano más primitivo, las mujeres siguen siendo ciudadanos de segunda clase, objetos u animales más que seres humanos, a los que se puede encerrar en un harén o someter a mutilaciones rituales para garantizar que tendrán una conducta sexual "apropiada". Un horror que tarda siglos de siglos en desaparecer.

20 de noviembre de 2017
Fuente: La Nación / El País



Mario Vargas Llosa es Premio Nobel de Literatura en 2010. Nacido en Arequipa (Perú) en 1936, es periodista, escritor y político. Estudió Letras y Derecho y colaboró en varias publicaciones, siendo editor, entre otras, de la revista Literatura. Al mudarse a París, se incorporó en la Agencia France Press y también trabajó en la Radio Televisión Francesa. En tierras peruanas, Vargas Llosa entró en la escena televisiva y en el mundo de la política, siendo derrotado por Alberto Fujimori en las presidenciales de 1990. Su colaboración con EL PAÍS, siendo una de las firmas más reconocibles del periódico en el panorama internacional, se inicia en 1993. Nombrado miembro de la Real Academia Española en 1994, su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas.






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El actor de That '70s Show Danny Masterson, acusado de cuatro violaciones
















Herencia salvaje de Carlos Giménez, por E.A.Moreno Uribe, El Universal, 7 de diciembre de 2017

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Si el Sida no lo hubiese quitado del camino, ahora tendría 71 años y habría materializado muchos de sus proyectos artísticos y personales los cuales coincidían en uno solo: el definitivo desarrollo del teatro venezolano, el cual por ahora tiene que esperar unos años más. Pero de aquel  Juan Carlos Giménez Gallardo solo nos quedan millones de recuerdos en las memorias de quienes lo conocimos y aplaudimos sus experimentaciones teatrales, sin desechar algunos pocos textos sobre su innegable y valioso periplo existencial, además de la contundente huella física de unos valientes seguidores al no salir o huir del provisional edificio que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) construyó como galpón para el Ateneo de Caracas, en una parcela ubicada en el lado norte del Teatro Teresa Carreño.
Ahí, en esos tres pisos de un pequeño edificio de ladrillos rojos, está la sala y la sede administrativa del que fuera el grupo teatral más importante de finales del siglo XX, Rajatabla, muy venido a menos ahora tras la desaparición de su fundador, en 1993, y la muerte del inolvidable gerente general, Francisco Alfaro, en 2011.  En el edificio Rajatabla, como se le conoce desde 1983 –con un busto metálico de Carlos Giménez en la plazoleta de entrada a la edificación– se realizan, desde 1984, unos intensos y hasta originales talleres para la formación actoral, los cuales han servido para el debut de centenares de actores y actrices. Toda la gloria artística de los montajes de Rajatabla se habrá perdido o sustituido, pero esa cantera de preparación artística ha permanecido, en medio de las más difíciles circunstancias, de las cuales hemos sido testigos, porque la formación del recurso humano del teatro venezolano no cesa, es como el relámpago del Catatumbo pero en lo teatral, bajo la mirada oportuna de William (José Rosario) López, el relevo en las lides administrativas.
Y es por todo esos trabajos colectivos que en estos días se presenta el espectáculo de grado de la promoción XXVII del Taller Nacional de Teatro  (TNT 2016-2017) de la Fundación Rajatabla, en honor al actor Antonio Delli. Se trata del montaje Salvajes, cuyo texto está basado en la obra contemporánea de teatro chileno En la oscuridad de Marcelo Arcos, y en la novela Detectives salvajes de Roberto Bolaño Roberto (Santiago de Chile 1953/Barcelona 2003), bajo la adaptación y dirección general de Luis Domingo González. Las actuaciones están a cargo de los egresados del TNT 2016-2017: Luis Bolívar, Howard Madrid, Bárbara Ordóñez, Lady Villamizar, Nelly Sosa, Edison Mejías, Joel Madrid, Carlos Gallardo, Estefanote Ramos y Samelis Zabala.
En Salvajes –muy apropiado el  titulo para lo que enseñan los 90 minutos de la acción escénica– se plasma la cruda historia de dos hermanos a quienes la vida les impidió amar y aprendieron las peores formas para hacerlo; terminando perdidos en el laberinto de una sociedad devastada y fragmentada en innumerables trozos de vidrios rotos,  que nadie se atreve a recoger,  sin poder gritar con furia sus sentimientos; ellos encuentran en la muerte su único medio de liberación para amar, como explica, muy didácticamente, el director y versionista  González, el mismo que acaba de realizar un arqueológico trabajo escénico con el  sainete El rompimiento, de Rafael Guinand, para la Compañía Nacional de Teatro.
Ante una sociedad venezolana que juzga con todos sus cánones, esta pieza teatral Salvajes plantea como es imposible la posibilidad eterna de amar y como lo que más parece unir a dos personas es lo que termina separándolos trágicamente. Así mismo propone cómo la memoria y los sufrimientos del ayer parecen ser un vago recuerdo del pasado; cuando en realidad siguen latentes en el presente, ya que sólo se cuenta con una esperanza futura que es abrumadora, difusa, y hablamos de la Venezuela que nos atormenta, reitera González, cuyo espectáculo fue iluminado por David Blanco y producido por Rajatabla.
El montaje, que se desarrolla en un espacio escénico en negro y a la italiana, únicamente tiene como dispositivo escenográfico una docena de sillas cubiertas por bolsas plásticas negras, esas que se utilizan para recoger basura o restos humanos. Ahí posible ponderar el vigor físico de ese grupo de muchachas y muchachos que martillan los oídos y las conciencias de los espectadores con sus textos desgarrados y desgarradores, ya que aunque el lenguaje es poético y hasta rudimentario, la incesante movilidad de los interpretes recrean imágenes que no dejan nada a la imaginación por la truculencia de las mismas y por la veracidad de sus contenidos.
Es innegable el trabajo físico y artístico de este elenco de graduados, quienes además demuestran un compromiso sociopolítico poco frecuente. No hay duda que han utilizado muy bien las líneas que les dejó Bolaños y que además Arcos les aportó. El director González es, pues, el artífice de ese experimento artístico que merece ser visto, aplaudido y comentado .No todo se ha perdido y el teatro no se detiene.
Recomendación 
Este grupete de jóvenes egresados –sus edades promedio no superan los 23 años– deben asociarse y continuar trabajando juntos, porque si se dispersan se les hará imposible reagruparse.
Hace 24 años de la desaparición física de Carlos Giménez, pero resulta que él dejó uno de los proyectos pedagógicos más importantes en la historia del teatro en Venezuela, hasta ahora. El Taller Nacional de Teatro desde su creación hasta la fecha ha formado más de un centenar de actores y actrices. Hay que  hacer estudios sobre ese TNT, hacerle promoción y el valor que se merece debido a la calidad de enseñanza que reciben los alumnos, por fomentar la idea de la actuación como una profesión y por colaborar con el desarrollo de las artes escénicas en nuestro país, como comenta una ex alumna.
La falta de instituciones privadas en las tareas formativas es lamentable, pero ahora se gesta un experimento que puede ser histórico, tal es el proyecto de Escénicas, en la Montaña Creativa, donde Gerardo Blanco lleva la batuta, acompañado de José Tomás Angola Heredia y Matilde Corral, entre otros. En el teatro venezolano se sueña y se construye otro país, y en ese colectivo participamos muchos.
 emorenouribe@gmail.com
@EAMORENOURIBE
 7 de diciembre de 2017

Fuente: El Universal





Nota: Los enlaces fueron agregados por este blog

Carlos Giménez: web

Agradecemos profundamente a la escritora Elisa Lerner 
por habernos enviado este artículo.






CINE: “ACIERTOS 2017” por Luis Sedgwick Báez, Caracas, 13 de diciembre de 2017

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A Jeanne Moreau, la mítica Catherine de “Jules et Jim”y su “vendaval de la vida”, en recuerdo de aquél día feliz, de afinidad compartida, por los lados de Washington D.C.

In Memoriam






2017 fue un año nefasto. La Naturaleza, amoral, con la furia de sus cuatro elementos devastó vidas, lugares. Lo más tenebroso del ser humano salió a relucir en actos de violencia extrema, terrorismo y matanzas a mansalva amén de gente desaparecida, desplazada. Y el cine? Muy bien, gracias! Los films los he visto por aquí, por allá. No los he visto todos, uno quisiera (incluso varios venezolanos) que, de haberlo hecho, quizás estuvieran en la lista. Que el 2018 nos sea más amable y nos acerque un poco más de tranquilidad, una palabra lugar común, mil y una veces elusiva como inasible.


 1)    La forma del agua” (EEUU) de Guillermo del Toro

Una muda (Sally Hawkins) se enamora de un “monstruo” descubierto en el Amazonas y cuya reciprocidad en las lides al amor es mutua. Este personaje es objeto de investigación  en un laboratorio de Baltimore y donde los rusos (estamos en la Guerra Fría) también quieren una tajada de la torta científica. Un film magnífico, con una extraordinaria puesta en escena, una sutil crítica social (estamos en los 1960), un film donde el amor todo lo vence, siguiendo la máxima de Virgilio “Omnia vincit amor”. León de Oro, Venecia.



 2)    “Dunkerke“(Gran Bretaña) de Christopher Nolan

 Un hecho histórico, un tanto relegado en el pasado pero últimamente sacado a relucir,  el concerniente a la evacuación de británicos atrapados y rodeados de alemanes en las costas de Francia en 1940 por parte de botes civiles. El film se centra en la evacuación desde tres perspectivas: por tierra, mar y aire. Los oficiales británicos al principio rechazaron la evacuación de los franceses, sus aliados, pero luego Winston Churchill insistió que también se les evacuaran. Un film de poco diálogo (los rostros denotan sus estados de ánimo), admirablemente dirigida y con efectos especiales de consumada experticia. Un gran montaje como quería y pregonaba Sergei Einsestein. El mejor film de Nolan hasta la fecha y uno de los mejores films de guerra.



 3)    “Zama” (Argentina) de Lucrecia Martel

 En un poblado desolado de la corona española, Diego de Zama (Daniel González Cacho) es el corregidor que aguarda del Rey el traslado a otro paraje lejos del tedio y la enfermedad. El film, basado en la novela culto de Antonio de Benedetto, es un estudio de una espera que nunca llega a través del espacio temporal plagado de crueldad y de los vicios inherentes a las personas. Con una puesta en escena de atmósfera opresiva y asfixiante, entre la selva y el llano, dirigida con aplomo  lejos de los vericuetos del cine convencional, y actuada acorde. Un film mayor.



 4)    ”Detroit” (EEUU) de Kathryn Bigelow

50 años después del incidente  ocurrido en el motel Algiers de Detroit en 1967, el film asoma de una actualidad alucinante. Durante los disturbios raciales ocurridos en esa ciudad, el líder vocal del grupo “The Dramatics” y un amigo deciden refugiarse en un motel donde conocen a dos chicas blancas que a su vez les presentan a dos afroamericanos. Los disturbios continúan en la calle y la policía irrumpe en el motel sometiendo a los presentes con torturas sicológicas y físicas causando la muerte de algunos de ellos. Narrada con el brío habitual de Bigelow  (“En tierra hostil”,  “Zero dark 30”) y con un guión altamente plausible.




 5)    “Caras, lugares” (Francia) de Agnés Varda

Junto con J.R. (un conocido fotógrafo), ambos recorren puntos únicos de una Francia rural, entrevistando a los lugareños con sus respectivas fotografías ampliadas en grandísimo formato cubriendo con ellas paredes, fábricas, objetos. El documental (con reminiscencias de su ”Daguerreotipo” de 1976) está  impregnado de una nostalgia sensible, aguda inteligencia y premonición del final de la vida, es la mirada de una cineasta, vanguardista a ultranza,  que, a sus 89 años,  proyecta su gran arte a través de la imagen, su musa incondicional. Ovacionada en Cannes donde obtuvo el “Ojo de oro”” al mejor documental.



 6)     “El cuadrado” (Suecia)  de Ruben Ostlund
 

Una sátira al mundo cultural, a sus integrantes y a sus financistas que no tienen la menor idea de lo que representa una obra de arte sino que buscan su inversión final. El director de un museo en Estocolmo (Claes Bang) se inclina por exhibir obras eclécticas contemporáneas. Con una vida privada caótica, una serie de malos pasos involuntarios le producen un clímax emocional y profesional, ambos nefastos. Una mirada lúcida a nuestro mundo convulsivo con escenas estrambóticas propias de Buñuel.



 7)    “Foxtrot” (Israel) de Samuel Maoz

La historia gira alrededor de las consecuencias ocurridas a una familia cuando le anuncian, equivocadamente, que su hijo falleció en la guerra. Una mirada furtiva sobre las relaciones familiares y amicales  vis-á-vis al perenne entorno latente de una guerra con sus vecinos árabes y cómo un solo hecho puede alterar, para siempre, la vida de los involucrados. El film produjo polémica en Israel donde la prensa local arremetió contra el film al mostrar hechos que el ejército no quería divulgar. León de Plata, Venecia.



 8)    En la playa de Chesil” (Gran Bretaña)  de Dominique Cooke

Las novelas de Ian McEwan se prestan para ser trasladadas a la pantalla, por su trama, por su observación del comportamiento humano y muchas han seguido ese camino En el día de su matrimonio, una pareja (Saorsie Ronan, Billy Howle) festejan el acontecimiento en un hotel frente a la playa. Momentos antes de consumar el acto sexual la tragedia irrumpe. En escenas a través del tiempo sabemos de sus vidas. Saorsie Ronan es la frígida e insegura novia con aspiraciones a crear un cuarteto de música clásica, exuda en todo momento sensibilidad y una presencia, por siempre luminosa.



 9) “El peor hombre el mundo”  (Venezuela) de Edgar Rocca

Al comienzo de la treintena, un joven (Alex da Silva) se replantea su vida y pondera su avenir recurriendo a su alter ego, un chino argentino y a su siquiatra para resolver sus ditirambos amorosos  con las mujeres. Provista de un guión inteligente, esta comedia con tintes autobiográficos y  con reminiscencias de Woody Allen es también un homenaje a los grandes nombres del celuloide (actores, directores) que revela un conocimiento de la historia del cine. Opera prima y un éxito de taquilla.



 10) “Ex libris” (EEUU)  de Frederick Wiseman

Haciendo honor a su apellido, “hombre sabio” y después de 50 años en el mundo del documental y tal vez su último debido a su edad y donde culminaría con broche de oro su ilustre trayectoria, Wiseman enfoca su lente en la Librería Pública de Nueva York: su gerencia cultural e interactuando con los usuarios, su labor social, filantrópica,  a través de sus varias dependencias. Las palabras tienen su vida secreta como diría Isabel Coixet y los libros ahora son digitalizados. Un film imprescindible para los que aún tienen capacidad para reflexionar, crear, imaginar. Premio Fipresci, Venecia.



 11) “Las guardianas” (Francia) de Xavier Beauvois

Con la Primera Guerra Mundial como marco de referencia histórica, una joven campesina (Laura Smet) encuentra trabajo con una familia liderizada por una matriarca (Nathalie Baye) que todo lo tapa para proyectar una familia rural respetable. Los hombres se van a la guerra y las mujeres quedan y las intrigas aumentan. Un film sobrio y con una narrativa que nunca decae.




 12) “Desaparición“ (Irán) de Ali Asgari
 

Una joven pareja, ella tiene su primera experiencia sexual con contratiempos en su cuerpo y él, que la acompaña de hospital en hospital con argucias para no revelar que no son casados, encontrando obstáculos burocráticos, sociales y culturales  con la presencia siempre ominosa de una sociedad pletórica de tabúes hacia la mujer en el Irán contemporáneo. Un film valiente.





Mejor director: Christopher Nolan por “Dunkerke”














Mejor actriz: Helena Bonham- Carter por “55 pasos”  (EEUU) de Bille August.














Mejor actor: ex aequo Gary Oldman por “La hora más oscura”  (Gran Bretaña) de  Joe Wright  




















y Louis Garrel por “Le Rédoutable”  (Francia) de Michel Hazanavicius.




       














Caracas
13 de diciembre de 2017




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